Por José Gandour @gandour

Foto Simona Malaika @simonamalaika

Se anuncia desde ya, apenas apagan las luces de lo que fue Rock al Parque 2018, que la próxima edición se celebrará entre el 2 y el 4 de noviembre de 2019. Sin adelantarnos con exactitud a dicho dato, desde Zonagirante.com nos sospechábamos dicha decisión, a partir de la entrevista que hicimos hace unas semanas con Chucky García, el curador del festival, cuando nos advertía en una de sus respuestas que «Ya se está trabajando en la edición de los 25 años, más que nada en ver cómo se lleve a cabo una celebración que refleje la importancia del festival no solo en cuanto a programación artística. En otras palabras, que no dependa 100% en un cartel, es decir, sí hay que trabajar en un cartel de lujo, pero que esto no sea lo único: que pasen muchas cosas, que se sienta a lo largo de todo el año y desde otras disciplinas o formas o tipo de expresiones. Que sea el año de Rock al Parque más que un evento de solo 3 días».

El cambio de fecha, a partir de esas declaraciones, es comprensible, ya que además de prometer «un año de Rock al Parque», la mejor temporada para ofrecer «un cartel de lujo» para los tres días de remate es aquella en la que no se crucen los grandes festivales europeos y norteamericanos y si más bien se combinen esfuerzos con algunos de los más importantes eventos que se realicen en el sur del continente, propicios en la primavera austral. Los costos bajan, las posibilidades aumentan y, si están hablando de conseguir un alto impacto, seguro que podrán meter en la programación uno que otro gran nombre del momento. A partir de eso, no duden que más de un «experto» chismoso en las redes les tirará cualquier tontería especulativa, incluyendo el regreso de los Beatles o el renacimiento conjunto de Tupac y Biggie para la ocasión. Diviértanse soñando, igual seguirá siendo gratis.

Pero, a partir de todo esto, la institución organizadora no puede quedarse simplemente en conformar una programación que sorprenda a propios y extraños. Ahí es donde no podemos olvidar que Rock al Parque es un evento público, hecho con presupuestos conseguidos a partir de los impuestos de todos los bogotanos y que no puede simplemente creer que su éxito es similar al de los eventos privados, donde la meta es vender la mayor cantidad de boletas y lo demás es logro menor. Aquí estamos hablando de un festival que nació para hacer crecer la escena local, para que la música bogotana sea conocida y reconocida por los habitantes de esta ciudad, creando un gran y permanente espacio para que lo que se hace aquí tenga un verdadero protagonismo en la banda sonora diaria de esta capital. A algunos les sonará exagerado, pero el verdadero triunfo de Rock al Parque debe ser que el público de esta urbe adopte como propio el repertorio de canciones de las experimentadas y nuevas propuestas artísticas anfitrionas, antes que, por decir algo, se presenten los Rolling Stones al final del día. Y para ello, si están planeando «un año de Rock al Parque», el protagonismo de las propuestas bogotanas debe ser total durante todos los meses que vienen.

Sugeriría la integración de un comité multidisciplinario asesor de Rock al Parque 2019. Eso si, que haya una cabeza definitiva a la cual le quepan todos los asuntos del festival. En la actual organización se nota que hay zonas grises entre los departamentos encargados de cada aspecto del evento y por ello hay falencias de comunicación. Es necesario, como en cualquier tipo de actividad similar en el mundo, que alguien reciba información de todos estos aspectos y esté al tanto de cada detalle.

Un aspecto a corregir urgentemente, para discutir antes que sea demasiado tarde, es el asunto de las convocatorias distritales. Algo nos hace pensar que los concursos para seleccionar a los participantes locales a los festivales al Parque en general y a lo referente a Rock en particular, son engorrosos, con muchos elementos sistemáticos innecesarios y desconectados de la realidad de una escena que se mueve más rápidamente de lo que las costumbres burocráticas sospechan. Es hora de convocar a una reunión general con los músicos de la ciudad y escuchar sus opiniones al respecto. No podemos hacer caso omiso de sus comentarios. Por asuntos como estos es que buena parte de las agrupaciones más populares del momento se niegan a participar en un proceso que les complica la vida y es ahí donde el festival pierde a sus mejores representantes.

Hay que hablar de la parte gráfica del festival. Lo hemos dicho desde hace rato: El rock no es un cliché y su definición se ha ampliado en los últimos 25 años. Un festival del tamaño y de la popularidad de Rock al Parque merece la mejor imagen corporativa posible. Lo hecho en los años recientes se dirige solamente al pùblico màs radical, al que cree que el rock es uniracial y unidimensional, justamente en una tierra mestiza, de resonancias variadas y donde la misma curadurìa del evento ha comprendido la complejidad con la que se debe construir la programación. Si hay presupuesto, hay que abrir el concurso a los mejores estudios de diseño del país, logrando el afiche inolvidable que se merece un gran acontecimiento como este. La meta, ténganlo claro, es hacer que Bogotá se sienta orgullosa nuevamente de un evento que no tiene parangón en el mundo entero. Eso se comienza consiguiendo con una imagen impecable, atractiva, llamativa, hermosa.

Para terminar, tengo una última, por el momento, sugerencia, correspondiendo al espíritu con el que nació el festival y con el cual Zonagirante.com se ha identificado desde siempre: Rock al Parque fue desde sus comienzos un referente importante en América Latina y tuvo en sus filas a la gran mayoria de las bandas más importantes del continente. Pero aquí también vimos explotar agrupaciones cuasidesconocidas que luego fueron exponentes destacados de la música de este hemisferio. Deberíamos abrir una gran convocatoria que vaya desde Río Grande hasta Tierra de Fuego para invitar un buen número de propuestas latinoamericanas que integren la programación de lo que se exhibirá durante 2019. Volvamos a recuperar la importancia del festival entre nuestros vecinos, volvamos a recibirlos en masa como lo hacíamos hace unos años, cuando nos visitaban por miles para asistir al evento musical más importante de este lado del mundo. O, ¿ustedes creen que reunir más de doscientas cincuenta mil personas durante tres jornadas completas es cosa de todos los días?

En fin, hablemos. Es hora de abrir las puertas y discutir de manera seria lo que va a suceder el próximo año. Sé que Idartes, entidad responsable de Rock al Parque, comprende que es momento de escuchar al resto de participantes de esta escena musical. Pongámonos una cita y comencemos a conversar.

 

 

 

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