conclusionrivasbannerSrOstia-opcionalPor Santiago Rivas @rivas_santiago Foto @karinrichter

Para cerrar este especial, acá dejo mis conclusiones sobre este Festival de Rock al Parque, que nos convoca cada año a dar lora acá en Zonagirante.com, con la intención de que año tras año mejore este evento que es de todos, o al menos debería serlo.

1- Rock al Parque (desafortunadamente) siempre sale bien:

Suena horrible, ahora que lo leo en voz alta. Mi primera conclusión es vieja: Rock al Parque siempre es bueno, siempre es interesante, siempre es productivo. Es una fortuna, porque así se garantiza que Rock al Parque se haga, pero es un infortunio, porque eso garantiza también que se pueda hacer mediocremente.

Entonces Rock al Parque sale bien, sin importar quién cierre, quién sea el alcalde, qué se haya pensado o si el cartel está malo. Si hay corrupción, si hay mafias (que no es necesariamente lo mismo), si se llena la zona de prensa, si la gente en popular se asfixia, si la zona de comida está muy fea. No importa qué tan mediocremente se haga (no es necesariamente este el caso), Rock al Parque siempre es bueno e interesante, entonces pueden hacerlo de cualquier manera, pero no es la idea.

2- Salvemos Idartes:

Mi segunda conclusión es que no tenemos idea de lo que estamos a punto de perder. Idartes está palideciendo a una velocidad ridícula y vale la pena que reflexionemos sobre el papel que este instituto cumple en nuestra ciudad. Si la Secretaría de Cultura propone algo mejor, bien; pero es importante que nos informemos bien, para que no nos quiten las cosas buenas que hay en la ciudad, que facilitan nuestro acceso a la cultura y nutren la oferta de una Bogotá que cada día necesita más y mejor agenda en cultura y artes.

3- Desaprendamos menos:

Como siempre, hay altibajos en el diseño de los espacios comunes en el Festival. La carpa Distrito Rock es un acierto por donde se le mire, pero podría ser un poco más amplia para no estar estrellando a todo el mundo. La zona de prensa estuvo mejor este año, con un buen servicio gratuito de wi-fi, que se les agradece, pero la zona de comidas, que había mejorado en los últimos años, este año estuvo más incómoda y más estrecha, con menor oferta y menor variedad. Los metaleros, los punks, los hardcoreros y todos merecemos comer más cómodos y mejor.

La propuesta es simple: debería existir un archivo de aciertos y desaciertos en el diseño de producción, sumado a un trabajo creativo constante de parte de los encargados de hacer el festival ¿Es posible hacer el festival más bello (por lo menos cambiar esa polisombra inmunda)? ¿Qué cualidades debe tener la zona de prensa para ser perfecta y lo más económica posible? ¿Cómo puede ser una zona de comidas? ¿Vale la pena hacer educación en cultura ciudadana a través del diseño de producción? No sé si de algo les sirva, pero me parecen preguntas que vale la pena responder en los años por venir.

Para finalizar, vale la pena que entendamos la cultura como un reflejo de nuestra ciudad, y a Rock al Parque como una parte fundamental del alma de Bogotá. La propuesta cultural de la ciudad debería, si no replicar, al menos escarbar en la esencia del festival, buscando lo más valioso que el festival le ha dado a nuestra cultura: la idea de los eventos públicos y la gestión cultural, como la oportunidad de crear laboratorios políticos y sociales; entender la ciudad y sus espacios como puntos de fusión entre las distintas visiones del mundo que pueblan la capital, y el país. Propiciar encuentros y diálogos, en aras de utilizar la cultura para entendernos mejor a nosotros mismos. Rock al Parque es todo eso, y mucho más, que aún no vemos cuando miramos en perspectiva la manera en que se diseña el calendario cultural bogotano.

Bonus Track: mi top 5 de cosas que vi en Rock al Parque

Hacer listas es siempre tomar un riesgo, sobre todo en Rock al Parque: todos los grupos tienen sus fans cada uno, y las discusiones que se hacen en torno a ellas es innecesaria, pero al mismo tiempo puede ser constructiva, si se entiende que un top es siempre una curaduría subjetiva, guiada por criterios que solamente a quien hace la lista le incumben. Dicho esto, acá están mis cinco presentaciones favoritas (de las que vi) en Rock al Parque 2016.

5- Bambarabanda: Son mis amigos, y por supuesto hay una gran dosis de afecto en esta inclusión, pero cualquiera que los haya visto sabe que son una bomba en el escenario. Que saben combinar perfectamente todos los posibles ritmos, desde el rock hasta la cumbia del sur, el sanjuanito e incluso aires balcánicos que los influencian. Son un grupo perfectamente mestizo y perfectamente pastuso. Pero sobre todo, supieron dejar la piel en la tarima para celebrar sus 15 años.

4- Baroness: Sé que José Gandour va a estar en desacuerdo con que los ponga tan al comienzo de la lista, pero para mí están ahí, porque mis afectos priorizan otros géneros. Son una excelente banda, interesante, poderosa, creativa. Son lo que creo que debe venir a todos los festivales: un muy grato descubrimiento.

3- GBH: Siendo que celebraban sus 37 años de carrera como abanderados del Street punk inglés, es un poco vergonzoso que se encuentren dentro de mis descubrimientos, pero qué le vamos a hacer. Nadie nació sabido, como le decían a uno en el colegio. Esta banda cambió por completo mi lunes festivo y les estoy inmensamente agradecido.

2- Las manos de Filippi: Una banda con tanta trayectoria, pero que logra sonar siempre nueva, es un regalo. Si a eso le sumamos una combatividad y un compromiso político tan férreo y tan honesto, tenemos una combinación muy interesante. Que sirva para mostrar que Rock al Parque sigue siendo un territorio libre, ajeno a los gobiernos y sus ideologías, un territorio para las ideas de todas las vertientes y los discursos de todos los colores, mientras exista respeto y garantía de no violencia. Larga vida a las Manos de Filippi.

1- Banda Conmoción: Ya eran muchos años esperando a verlos, y jamás creí que fuera a ser en un Rock al Parque; una victoria más contra ese purismo estéril que tan poco bien le hace al festival y a la ciudad. En un festival que, con razón, privilegió a los géneros duros, estos chilenos dieron una clase de contundencia y poder, con algo tan rockero y tan nuestro como la cumbia, tan mestizo y tan lejano como la música fortísima de ese Chile que desconocemos aún.

 

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