Por Daniel Casas @danielcasasc

Foto del catálogo oficial del Festival Estéreo Picnic

Debe existir una especie de ecuación para el festival EstéreoPicNic y digamos que la vamos a inventar: A mayor cantidad de barro y fango, mejor el evento. La segunda jornada de su edición 2017 no fue la excepción a esa fórmula, con todo y que por gracia divina a las 7 de la noche el cielo se despejó y la lluvia, que había caído inclemente sobre esa área en tempranas horas de la tarde, jamás regreso. Pero el efecto ya se había logrado, las zonas de transito del festival fueron cada vez más un infinito barrizal de los millares de pisadas que de un escenario a otro dejaron los que disfrutaron de una tarde-noche de buena música.

¿Qué escuché, qué vi? Para empezar Los Makenzy, banda bogotana que se ha venido consolidando en escena con su derroche de blues y rock, medidos, apasionados, con entrega a un público que a esa hora la verdad se antojó en buena y creciente cantidad para aplaudir a estos bogotanos.

Con ese extraño aire tan característico del rock inglés, el turno fue para la joven banda oriunda de Gales,  Catfish & The Bottlemen, confirmando porque fue escogida como la banda revelación del 2015 en los premios británicos de la música, con una propuesta sólida, de buen rock, pero ante todo potentes vocales, y que abrió en su orden con los temas de apertura de su álbum The Balcony, del 2014, Homesick y Kathleen. Si bien durante algunos temas el asunto se volvió sonso, el final fue elocuente cuando interpretaron algunos de sus piezas más conocidas como 7, gran éxito de su álbum The Ride y Cocoon, tomado del primero.

Silversun Pickups fue uno de los momentos más vibrantes de la noche. Si bien el sonido no fue el mejor en los primeros dos temas, fue un asunto olvidado ante la bonita carga emotiva que arrastra la música de esta banda oriunda de Los Angeles. No hay duda que el más motivado era su líder Brian Aubert, quien con su extraño, casi femenino, y sutil estilo vocal –por momentos reminiscente del Smashing Pumpkins Billy Corgan-, quien parecía sorprendido de la gran acogida que un público tan desconocido para él como el bogotano le dió a su música. Nightlight,  Friendly Fires y The Pit, entre otras, marcaron una hora de sonidos geniales, armónicos, atrayentes, de uno de las grandes propuestas de los últimos años. Destacado Circadian Rhythm (Last Dance) que no sólo es una gran canción, sino que al ser cantada por su bajista Nikki Monninger, adquiere un aire distinto, pero igual de encantador que el resto del set.

En una de las apuestas más interesantes de este Estéreo Picnic no dejó de sorprender la gran respuesta del público ante el cantautor australiano Vance Joy, reconocido en esencia por su gran éxito Riptide, una de las canciones más significativas del rock alternativo en 2013, canción que acompañó de otros temas como Mess is Mine y Fire And The Flood, pero que también tuvo un momento altamente interesante en la versión que con su banda hizo del clásico de Fleetwood Mac, The Chain, muy ligada a su original. Sin ocultar ese legado Bobdylanesco tan familiar a este tipo de artistas, esa mezcla tan legendaria de folk, con tintes roqueros le dieron un momento especial a la noche.

Australia se mantuvo en la lista. El turno fue para Flume, el productor, músico y DJ oriundo de Sydney, en la apuesta electrónica en horario triple A para esta noche de festival. Una gran propuesta visual que aprovecho al máximo el gran backing del escenario principal de este Estereo Picnic, mientras al frente de sus máquinas este hombre desarrolló un set que abordó sus diferentes tendencias entre ambientes experimentales, algo de trip hop, de electropop, de EDM, dando curso a algunos de sus temas más conocidos como Never Be Like You e igualmente a remezclas especiales que el propio Flume ha hecho de temas de otros artistas.

De esa carga electrónica nos volcamos a otro de los grandes momentos de esta segunda jornada FEP con los irlandeses de Two Door Cinema Club, una larga hora de ritmo intenso, de un recinto lleno y gente feliz saltando con esa mezcla candente de ambientes bailables en medio de grandes canciones que fusionan rock, pop, funk, indie. Undecover Marty, Sleep Alone, Are We Ready? (Wreck), Bad Decisions y otras canciones reconocidas de este trío, cerraron de manera vibrante más de una hora de música con ese famoso éxito de 2011, What You Know.

Si uno de los actos más esperados en Estéreo PicNic, y no sólo de ahora, era la agrupación norteamericana The Strokes, mi sensación aún no es clara. ¿Brillan por su perfección en el escenario, por su propuesta aún tan maravillosa, sólida y vigente? La verdad aún no entiendo. Fue el único artista extranjero al que le escuché sentir los rigores de estar en la altura. Entre varios de sus intermedios entre canción y canción se tomaron tiempos demasiado prolongados, exagerados para mi gusto. La ambientación más bien fue lúgubre, una combinación de luces rojas en el escenario en medio de una absoluta oscuridad. Unos músicos en escena más fríos que la noche misma, todo en medio de un derroche perfeccionista que por momentos me hizo pensar en si no es igual a pararse en medio de un prado a medianoche con una grabadora escuchando su música. Pero al fin y al cabo son los Strokes y su música nos encanta.

Ya no había fuerzas para esperar a Claptone y Caribou. Sólo para atravesar el espeso fango que con absoluta indignación nos llevaba camino a los parqueaderos que a cada paso se antojaban más lejos. Bonita noche Estereo PicNic, a pesar de ello.

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