estereo01Por Santiago Rivas @Rivas_Santiago

Después del trancón, llegar está  bastante fácil. El ingreso fue rápido, menos mal. Al llegar, la impresión ya es la de un lugar conocido, y creo que vale decirlo, porque es un mérito de los organizadores haber creado un lugar en el que uno se siente seguro. Todo es una puñetera activación de alguna marca, pero igual. Que haya música que es lo importante. Acá está lo que vi en este primer día.

Of Monsters And Men: Buena banda. Bonita banda, sobre todo. Tienen ese sonido tan de ahora, que no logra convencerme, pero son buenos, y suenan compactos. Tienen una agrupación numerosa y la hacen valer. Su música es bonita y la gente supo responderles. Yo, honestamente, los habría puesto más tarde en el itinerario. Pero igual había bastante gente. Sobre todo cuando la competencia son los Rolling Stones, ni más ni menos.

Bad Religion: Todo lo que quería ver anoche. Cumplieron completamente. Podría haberme ido después de verlos, y habría valido la pena venir. No sé qué más pueda yo decir, porque no creo poder ser objetivo. Como un adolescente, pogueé después de muchos años, casi 20. Un pogo de Estéreo Pícnic no es en absoluto como uno de Rock al Parque, pero Bad Religion fue todo lo que esperábamos y eso era lo que importaba. Es mucho lo que ellos le aportan al punk, a la música y a la juventud en general. Cuando veía a Greg Graffin calvo, canoso y parado derecho, cantando verdades como puños frente a los pocos privilegiados que estuvimos ayer para verlos en ese parque en la lejura del recóndito norte bogotano, lamenté mucho que no fuera ese un concierto para quienes habrían podido disfrutarlo plenamente. De hecho, estaban un poco fuera de lugar, en un día que para nada sonaba como ellos, entre Albert Hammond Jr. y Odezsa, que en nada se les parecen. Como si hubieran hecho parte de un combo o fueran el capricho de un curador. Sea por la razón que fuere, gracias. Ojalá vuelvan a venir, esta vez para todos los punks de la ciudad.

Tame Impala: Es refrescante cuando un género, o un manierismo, como lo es la psicodelia, revive en buenas manos. Se trata de un grupo de sonido muy complejo, bien elaborado, pero fácil de oír. Rico de oír. A veces suaves, a veces fuertes, pero siempre interesantes. No puedo sino decirle a quienes no han puesto atención a su música, que le dediquen una tarde a oírlos. Definitivamente eran la pieza más fuerte de esa tarima.

Ela Minus: Un buen acto, apropiado para la minitarima que le asignaron, pues no es una propuesta masiva, ni monumental. Buena composición sonora, buen uso de la voz, bonita presencia en tarima (tiene ángel, como dicen) y un trabajo que valdría la pena oír una y otra vez en la casa. Voy a hacer exactamente eso.

Odesza: De pronto había que meter alguna cosa, pero como no lo hice, no me gustó. No es malo, pero no es emocionante y eso para mí es suficiente.

La Mini-TK del Miedo: Siendo que Diego Maldonado es tan bueno, el sonido de esta banda cada vez es más limpio, y han logrado además hacerlo más bailable, porque antes simplemente era dark. Creo que jamás serán mi grupo favorito, pero me alegra ver que logran lo que se proponen, y vale decir que tienen una tarima muy poderosa. Se ve que se sienten libres, que quieren impresionar y se esmeran en tomarse el escenario en el que se paren. Escandalizan, cosa que siempre es refrescante. De hecho, esa es la palabra que me queda: fue una presentación prolija y refrescante.

Mumford & Sons: Me sentí exactamente como con Kings Of Leon el año pasado: de verdad no entiendo qué es lo que le ven a este grupo. Está bueno si sale en la radio alguna vez, y claro, son músicos comprometidos, talentosos, e incluso consagrados (no es fácil hacer pop, ni indie pop, y por alguna razón la gente llega a donde está), pero qué sueño el que me dio oyéndolos, con esa música indie campirana de educación sentimental millenial. No la logro.

Die Antwoord: Estos señores son excelentes. Fue poco lo que oí de ellos, en comparación con lo que quería oír de ellos. Innovadores, llamativos, interesantes, rotundos en su sonido y absolutamente punks de espíritu, es una de las propuestas mejor logradas de la música en el mundo. Muchos creerán que llegaron unos tres años tarde, pero yo estoy muy contentos de haberlos podido ver, aunque fuera un rato. Bájense la discografía y disfruten.

En conclusión, no me arrepiento de no haber ido a los Rolling Stones. Estéreo Pícnic ha logrado configurar un festival sólido y un lugar cómodo para ver música. Uno sabe perfectamente a lo que va, y no sale del parque sin haber descubierto algo nuevo, lo que me parece un gran mérito en estos tiempos en que aparecen más y más fórmulas atosigantes y repetitivas. Lo único que me gustaría sería ver más variedad en la zona de comida. Hay cosas ricas, pero la diversidad de otros años se perdió, me imagino que debido a que no es buen negocio para proveedores pequeños, ni resulta bien cuando hay tantas ofertas, pero como cliente se siente la pérdida. De resto felicidades, por resistir el embate de sus satánicas majestades con total elegancia. Ya veremos qué nos depara la noche de hoy…

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