lapazPor José Gandour @gandour Foto de Simona Malaika @simonamalaika

En algunos foros reconocidos de educación para adultos hacen un ejercicio que casi siempre tiene un resultado demoledor. El ejercicio consiste en que, a través de ciertas pruebas, se invita al alumno a escoger su posición frente a una disputa y luego, en medio de la discusión, se le obliga a decidir entre tener la razón al respecto, sin importar el precio de su determinación, y ser feliz, aceptando cualquier resultado de la disputa. En un muy alto porcentaje los sujetos sometidos a esta prueba deciden rabiosamente tener la razón, sin importar cuanta pena pueda traerles su postura. Recuerdo este examen, a propósito de los resultados  de las encuestas que se publican, unos meses antes de realizarse el plebliscito acerca de la aprobación o no de los acuerdos de fin de conflicto entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc, después de años de negociación en La Habana.

Pocos extraños a la realidad colombiana entienden cómo un país donde no ha habido un día de paz en las últimas siete décadas puede preferir, antes que sentir un alivio en medio de la penuria, seguir en guerra contra un enemigo interno que ha ofrecido abandonar las armas e integrarse a la vida política democrática. No importa si las estadísticas del conflicto reconocen casi nueve millones de víctimas, contando entre ellas más de seis millones de desplazados forzados, mas de trescientos mil refugiados fuera de nuestras fronteras, 158 mil desaparecidos, y casi un millón de muertos. No importa el desastre humanitario que ha significado durante todos estos años este enfrentamiento, donde los únicos que se han beneficiado han sido las cabezas dirigentes de las partes en disputa y los tradicionales señores de la guerra. No importa si vemos que el resentimiento, el cinismo y la ignorancia han servido de alimento durante todos estos años a muchos colombianos y nos hemos convertido con el paso del tiempo en uno de los países más violentos del mundo: Algunos (desgraciadamente muchos) quieren seguir en lo mismo, porque quieren siempre tener la razón, su sucia y maldita razón, pidiendo la rendición y resignación del adversario, y ya sabemos el precio de esa decisión.

Nadie cree que se viene un mundo diseñado por Disney si se aceptan popularmente los tratados de paz. El camino es largo y ese el primer paso que hay que dar. Habrá días de decepción y descontento.  Pero necesitamos de una vez por todas la oportunidad de reconstruir las relaciones entre los habitantes de este país, reconstruir sus vidas, sus espíritus, saber perdonar y ser perdonados, y avanzar, tomar aliento y avanzar. Necesitamos entender lo que dijo alguna vez Nelson Mandela: “Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero”. No hay otra manera, no la hay. Muchas de las víctimas, las que realmente perdieron su casa, sus familiares, su dignidad, lo han comprendido. Es hora que el resto de los habitantes, muchos de los cuales sólo han visto la sangre por televisión, lo sepan asimilar y asi librarse del veneno que los cubre. Hay que perder el miedo frente a esta posibilidad.

Quiero pensar que lo que registran los sondeos es reflejo de un malestar contra un gobierno impopular y que la población encuestado aún no ha comprendido lo que está en juego. Algunos han preferido creer las falacias de un brillante manipulador de masas a quien el terror y el resentimiento del pueblo lo enriquece y lo mantiene poderoso. Quiero pensar que de aquí al momento de depositar su voto en la urna el deseo de dar fin a esta tragedia se impondrá. Quiero creer que la peligrosa terquedad que nos rodea se transformará en el empeño de transformarnos en un país que anhela vivir con mayor tranquilidad.

No importa cuán pequeño pueda lucir Zonagirante.com frente a los voceros masivos más destacados de la región, necesitamos decirlo con la mayor claridad posible: Este medio de comunicación se pronuncia fervientemente a favor del fin del conflicto entre el gobierno nacional colombiano y las Farc.

Votemos Si por la paz.

 

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