electoralPor José Gandour @gandour

Foto Oscar Perfer

Nos acercamos a unos nuevos comicios municipales en Colombia y los residentes bogotanos hemos escuchado muy poco  sobre la política cultural que adelantarían los candidatos en caso de ser electos.  Es un tema que parece no entrar dentro de las prioridades de plataforma  y se aborda de manera tangencial ya que los 4 aspirantes que puntean en los sondeos para ocupar el puesto de alcalde de la capital colombiana lo consideran un tema menor, si se le compara con asuntos de seguridad, movilidad y empleo.

En Zonagirante.com hemos dedicado a lo largo de nuestra historia una buena cantidad de artículos sobre el manejo del tema cultural que le han dado los distintos burgomaestres pertenecientes a partidos considerados de «izquierda» que han sido elegidos en los últimos años. En dichas notas hemos observado, al contrario de lo que esperábamos, una conducción oportunista, electorera y politiquera, comenzando con un alcalde (Lucho Garzón) que un día se levantó de la cama y le prometió a la ciudadanía que iba a traer a U2 para Rock al Parque y a las dos horas tuvo que salir a retractarse, hasta el dignatario de hoy, Gustavo Petro, que acudió a algunos de los representantes más oscuros del hip hop local para «untarse» de juventud en los momentos más tensos del intento de revocatoria a su mandato por supuestas irregularidades en contrataciones del servicio de la basura. Durante este tiempo hemos visto, si, la creación del Instituto Distrital de las Artes, pero también hemos sido testigos de cómo se han desperdiciado buena parte de los espacios públicos de la ciudad, concentrando la actividad artística en una reducida extensión de la geografía capitalina. Hoy, además,  vemos  cómo funcionarios de las diferentes divisiones culturales de la alcaldía participan en la campaña de la actual candidata de esta fracción política y usan material documental sobre Rock al Parque hecho hace 6 años para contradecir a los candidatos rivales. Hay mucha tela que cortar sobre la gestión de este sector político ejerciendo el poder en la ciudad en material cultural.

Pero ahora acompañenme a girar a la derecha para recordar una historia particular: En enero de 1998, a los pocos días de su posesión en el cargo, el alcalde Enrique Peñalosa concedió una entrevista al semanario Suburbia, publicación donde nació como sección impresa Zonagirante. Asistimos a dicha cita el director de la publicación, el gerente comercial y el autor de esta nota. Peñalosa se concentró durante toda la entrevista en las obras que iba a ejecutar durante su mandato y de cómo iba a transformar a Bogotá estructuralmente. Cuando llegamos al tema cultural, mostró su molestia por lo realizado por su antecesor, Antanas Mockus, diciendo que la ciudad no iba a cambiar a punta de mimos en los semáforos. Tímidamente le pregunté sobre los festivales al parque, implementados por su predecesor, y dijo de forma rápida y soberbia que poco interés le despertaba el tema.

Pocos meses después, cuando llegaron las fechas en las cuales se debían anunciar las convocatorias para Rock al Parque, llamé a empleados responsables del entonces Instituto de Cultura y Turismo, ente municipal encargado de los festivales públicos, a preguntar en qué iba el proceso. Después de varias conversaciones con evasivas, por fin una funcionaria decidió responderme y me comentó que los festivales no estaban dentro de los planes de la administración, entre otras cosas porque dichos eventos «ofendían a nuestros mayores». A los pocos días, Suburbia publicó un artículo al respecto, invitando al alcalde Peñalosa a reflexionar sobre su decisión. A las pocas horas de distribuir esa edición, varias personas llamaron a la redacción del semanario y preguntaron si lo publicado era cierto. Asombrados, algunos universitarios se organizaron y comenzaron a recoger firmas para pedir la anulación de dicha medida. Dicha iniciativa alcanzó a movilizar a más de cuarenta mil ciudadanos que refrendaron la petición  y la alcaldía se vió obligada a reconsiderar su decisión.

Hace poco Peñalosa, ahora nuevamente candidato a la jefatura municipal, y punteando las encuestas, se disgustó en un programa radial cuando le recordaron su decisión inicial sobre la realización de los festivales al parque durante su administración. Negó todo y su campaña cuestionó al periodista que se atrevió a recordarle dicho incidente. Hace cuatro años, en una campaña anterior, durante una entrevista programada por la revista Cartel Urbano, tuve la oportunidad de abordar el tema, y  el candidato refutó los hechos, ya que parecían no hacer parte de su memoria. Igual Peñalosa, que siempre habla de ejercer el cargo de burgomaestre de una manera más «gerencial» y menos «política», nunca ha asumido seriamente la posibilidad de fomentar la industria cultural en la ciudad y el tema, sospecho, le aburre bastante.

Los otros candidatos poco o nada han dicho al respecto. En una ciudad de diez millones de habitantes, que es claramente el centro artístico y cultural de Colombia, y punto referencial en América Latina, no parece lógico que instituciones mixtas o privadas como la Cámara de Comercio e Invest in Bogota tengan más claro el potencial económico y social del sector  que las propias instancias públicas. Esto va mucho más allá de pensar en unos cuantos conciertos y uno que otro festival de teatro o de cine. Discutir sobre política cultural en serio es hablar de creación de puestos de trabajo, de sumar seriamente a este sector económico como un contribuyente importante para el aumento del producto interno bruto de la urbe, de mecanismos para combatir la desigualdad social y de inclusión de segmentos poblacionales actualmente desplazados de las decisiones de construcción de una mejor ciudad.  Hay mucho que corregir y demasiado por hacer y es preocupante cómo los participantes de la contienda electoral ningunean el tema. ¿Quedará tiempo, antes de las votaciones, para que los aspirantes a la jefatura política bogotana nos comenten sus verdaderas intenciones sobre la materia?

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