Por José Gandour @gandour

Un amigo me ha dicho que 2020 no podía dar mejores resultados, si el músico más escuchado en Spotify a nivel mundial era Bad Bunny, con más de ocho mil quinientos millones de reproducciones de sus grabaciones. No muy lejos de ahí se encuentra J Balbin, el mismo que en las entrevistas alaba sin apenarse a tiranos y corruptos, sintiéndose el más bacán del paseo. Este ha sido un maldito año. Pero, a ver, no les estoy revelando nada nuevo. Cada uno tiene su suma de calamidades, encierros, separaciones, decesos cercanos, pérdidas o aumentos de peso fuera de lo común, amores perdidos y horarios de sueño revueltos. Todos hemos descubierto, para bien o para mal, cuáles son nuestras debilidades y por dónde nos pueden destrozar.

Personalmente he expuesto en estas páginas lo que otros a su manera también han reiterado: La música ha sido la mejor medicina para soportar este tiempo. Por suerte he podido descubrir para mi regocijo un montón de nuevas propuestas que me han demostrado que el espíritu de riesgo, de valentía, de vanguardia y de reinvención de los sonidos sigue vigente, a pesar de las presiones comerciales o de las torpes sugerencias  de los expertos de la industria. El mundo no necesita que haya millones de artistas haciendo la misma mierda bajo el mismo esquema, creyendo que imitando hasta el cansancio la fórmula obtendrán la llave del éxito. Solo los tontos, que son muchos, creen que haciendo caso a rajatabla a esas reglas van a conquistar el cariño de la audiencia. Nuestra fortuna nos ha permitido ver cómo crecen no muy lejos de nuestras casas artistas como Rubio, La Zorra Zapata, La Chica, Perrosky, Lido Pimienta y muchos otros, que, aunque no gocen de las mieles desorbitantes de las reproducciones, ventas o regalías que tienen los más populares, saben que en ellas y ellos reposa la feliz carga de la resistencia, la buena bandera de la diferencia. 

Este ha sido un año horrible para la economía cultural en gran parte del orbe, y todo eso ha pasado enfrente de los gobernantes locales y nacionales, desbordados por su pasividad e ignorancia. Esto, en la mayoría de los escenarios del mundo, es tierra arrasada. En un discurso que dice «sálvese el que pueda», la gran mayoría cae al barranco y pocos se recuperan. No haber operado una verdadera política de protección en tiempos de pandemia de los valores artísticos de nuestra sociedad no es un hecho menor, ni mucho menos trivial. Es dejar sin sustento a miles de personas, a las cuales, hasta ahora, sólo se las veía como agentes de diversión  que se sostenían con los aplausos de los espectadores. Esto no ha hecho más que confirmarle a las nuevas generaciones que decidirse por seguir el camino de las artes es una estupidez, una banalidad. Es hacer creer a la masa que sólo puede sonar a su alrededor lo que venden los formadores de productos prefabricados o aquellas figuritas que nos ofrecen hasta en los envases de gaseosa o en las paquetes de sopa precocida. En esta debacle se han cerrado miles de locales, auditorios, restaurantes, salas de ensayo, estudios de grabación, tiendas de instrumentos. Hemos retrocedido muchos años en el proceso y todavía hay presidentes que dicen que muchos artistas se han beneficiado de la pandemia porque han podido ganar dinero con sus shows virtuales. 

Zonagirante.com, no pregunten cómo, se ha sostenido, pero muchos de nuestros colegas han cerrado sus sitios y cada vez hay menos cronistas hablando de la actualidad de la música. Este año hemos logrado inventarnos formas de sobrevivir y de seguir en nuestras actividades. Creamos una serie web llamada Náufragos en casa, donde entrevistamos referentes musicales de todo el continente durante la cuarentena, y, bajo el mismo nombre, sacamos adelante un compilado con artistas de todo el continente, quienes nos presentaron quince canciones hechas durante su encierro que resultaron siendo unas verdaderas joyas contemporáneas que han logrado miles de reproducciones en las diferentes plataformas digitales. Hicimos, con la colaboración de la disquera española Subterfuge Records, la primera temporada de nuestro podcast y en breve, de manera autónoma, continuaremos en esas labores, esperando contar con el apoyo del público atento a lo que les mostramos. Estamos en conversaciones con amigos de la casa para poder crecer y ofrecer más contenido a la audiencia, y eso, al menos, nos ha dado señales que algo de todo esto puede cambiar. 

En estos días que siguen, haremos nuestro tradicional resumen de año. Ya saben, las mejores canciones, los álbumes más destacados, los videos que más nos han maravillado. Hablaremos de música y diseño, y eso nos permitirá traer invitados destacados que nos expondrán su punto de vista. Otros amigos están preparando sus columnas personales y nos enriquecerán con sus observaciones. 2020, en medio de todos los destrozos, nos ha expuesto bellezas que debemos abrazar y festejar, y, por ello, haremos nuestro mejor esfuerzo para que ustedes estén a nuestro lado teniendo motivos de alegría disfrutando de esas grandes obras. Este ha sido un tiempo de desgracias, pero la piel se nos ha curtido ante tanta adversidad. Si hemos llegado hasta acá es porque el buen ruido del talento del continente nos ha protegido y nos está reservando jornadas mejores. Tengan confianza en la música, es nuestro mejor escudo. 

 

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