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Por Santiago Rivas @rivas_santiago

Foto de Simona Malaika @simonamalaika

A diferencia del sábado, al que llegué sin motivación alguna, solo para que la homogeneidad me dejara aburrido, este fue un día maravilloso para estar en Rock al Parque. Para mí es el día más interesante, aunque no se considere el más “diverso”. Es el reflejo de lo que Rock al Parque debería ser: un festival lleno de sonidos nuevos e interesantes, con bandas que no necesariamente cuesta un ojo de la cara traer y de las cuales se puede nutrir nuestra escena rockera, tan desprovista de propuestas.

Fue además un día lleno de compromisos políticos claros y discursos contundentes, desde todos los ángulos. The Coup, Total Chaos, Zalama Crew, Desorden Público, Chancha Vía, Atari Teenage Riot, incluso Koyi-K-Utho. No hay que estar de acuerdo con todos, pero vale la pena mencionarlo, porque necesitamos que nuestra música tenga una voz, a ver si dejamos de ser un país pusilánime, devorado por la polarización y el negocio de la guerra. Lo más notable en esta medida es la presencia de los Sierra Leone’s Refugee All Stars. Imposible pasarlos por alto. El que crea que la dignidad no se ve o se oye, está muy equivocado. Es más: la dignidad es fuente de toda elegancia y eso lo aprendimos todos este domingo 16 de agosto.

Ante todo, y ahondando en el eterno debate, me parece que ayer tuvimos en frente la prueba de que, incluso cuando no se está blandiendo hasta el absurdo la bandera de la diversidad, Rock al Parque es un festival con muy distintas caras y sonidos. De algo nos tiene que servir estar parados en Colombia.

Olímpicamente, decidí que no veía Los Pericos, y me fui, sin remordimientos. Porque P.O.D. jamás estuvo en los planes (la vida es muy corta). Veo, gracias las redes sociales, que les fue muy bien de cierre, lo que me alegra por la organización, y por la banda. Una vez más, lo que a mí me guste es irrelevante en este caso. El domingo sigue siendo mi día favorito del festival.

Un par de comentarios aparte (Querido diario):

Providencial testosterona: cabe anotar que Ilabash, además de su propuesta con sonidos isleños muy sabrosos, supo traer el «viagra» femenino al festival: la arrolladora masculinidad de su cantante (que seguro es primo hermano del popular Khal Drogo de Game Of Thrones), ante la cual todas las mujeres sucumbieron y todos los hombres (heterosxuales y gays por igual) nos sentimos como una combinación entre Farinelli y Mr. Burns. No es una queja, todo lo contrario. Por favor alguien haga una colonia con el adn de ese señor.

Camarita, camarita: no se trata de amigos llaneros, sino de los amigos de Canal Capital, que creen que la televisión es más importante que la realidad y se dedicaron a estorbarnos a los que estábamos viendo el concierto. Existen mil maneras de grabar en video para las pantallas del parque sin hacer parte del cuadro. No puede ser que uno esté tratando de ver a los músicos, pero en cambio tenga que ver un camarógrafo estorbando en tarima. No es culpa de los cámaras, que están siguiendo órdenes. Es culpa del jefe de tarima y el coordinador de transmisión, a quienes se les olvidó que el rating puede ser importante, pero es más importante que el público vea lo que pasa en tarima, en un concierto, en un festival de música. Criterio, por favor.

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