juradosbannerSrOstia-opcionalPor José Gandour @gandour Foto Oscar Perfer

La labor del jurado calificador de un certamen tan complejo como el festival Rock al Parque es crucial. Su trabajo es escoger, dentro de la convocatoria que hace la Alcaldía de Bogotá entre todos los artistas interesados en participar, los que merecen representar a la ciudad en un evento que será visto por cientos de miles de personas y donde hay una oportunidad clara de dar un paso grande al desarrollo de una carrera profesional. El jurado debe ser conocedor de la escena musical de donde salen esos artistas y seleccionar cuidadosamente entre las trescientas y pico agrupaciones que llenan formularios. En 2016 fueron elegidas 19 bandas, que se unirán a las directamente invitadas, de procedencia colombiana e internacional. Se supone que estas 19 propuestas deben ser un reflejo evidente del progreso del sonido de la ciudad y evolución de una escena que ha crecido y se proyecta más allá de las fronteras. La verdad, hay que decirlo, es que este año el jurado no cumplió cabalmente con sus funciones.

Comencemos con un detalle que no es de menor importancia: Entre las seleccionadas, no hay una sola agrupación con voz femenina. Hace mucho tiempo no sucedía esto y es raro porque de los tres integrantes del jurado, dos eran mujeres. ¿Acaso en este momento, aparte de las artistas ya invitadas oficialmente por el festival, no hay una propuesta con una cantante que sea digna de ser escogida? ¿Están seguros?

Otro punto llamativo es que hay géneros de fuerte presencia en la ciudad que no tienen representación en la lista. No hay hardcore, no hay una sola banda con un simple elemento electrónico, no hay ninguna con intenciones pop. En cambio, sin citar específicamente a nadie, algunos de los grupos escogidos parecen sacados de décadas pasadas, ya que tienen un sonido vetusto y evidentemente distanciado de lo que pasa en el actual mercado mundial.

Esto sólo se comienza a comprender cuando leemos las respuestas que da cada uno de los miembros del jurado a las preguntas de un medio reconocido, que les pide explicar su procedimiento. En esa nota, ellos dicen que  «se calificaron tres aspectos: técnica e interpretación, creatividad y el desempeño escénico de la banda». Luego dicen que «hay muchas falencias … hay poco nivel, no hay mucha calidad general». Uno de los jurados dice haber visto «buenos músicos, canciones y propuestas, pero en general … hay una falta de ensamble». Todo eso es posible que haya sucedido pero al mismo tiempo hubo una decisión que es más adecuada para un concurso de televisión que para un festival de la talla de Rock al Parque: «los jurados sólo consideran lo musical, el ensamble, el show, desde que llegan a la audición». 

Déjenme contar una anécdota: En 2004 el jurado escogido para esa ocasión se encontró con una situación incómoda, donde una agrupación de ascendente popularidad en ese momento en Bogotá tuvo inconvenientes durante su interpretación, ya que el técnico de audio que habían contratado no fue el adecuado y eso complicó el show que, además,  se hacía frente a una gran cantidad de público en el mismo escenario donde hoy se realizan frías y descontextualizadas audiciones en privado a las 8:30 de la mañana un día entre semana. El jurado se reunió y discutió durante una buena cantidad de minutos para decidir qué hacer. Uno de los miembros, hoy un conocido director de una emisora, dijo algo contundente: «Todos conocemos a esta agrupación. Sabemos que hace buenas presentaciones, que está en camino de ser una de las propuestas más profesionales de la ciudad. Lo de hoy fue una piedra en el camino. Aquí estamos escogiendo bandas que representen a Bogotá en el concierto más grande que tiene la ciudad. Tengamos confianza en su desempeño y les aseguro que ellos cumplirán». La banda, efectivamente, dió un buen toque durante el festival y este es el momento que su propuesta aún perdura y cada año realiza de manera independiente giras por Europa y Sudamérica con un brillante rendimiento.

El jurado de 2016 toma una decisión diferente con una agrupación como LosPetitFellas, quienes durante las eliminatorias no tuvieron una buena sesión, y lo justifica de esta manera: «LosPetitFellas son una gran banda, pero desafortunadamente tuvieron un mal día y fue muy raro porque venían de una gira por México. Pero no tuvieron una buena audición, no sonaron  como era, y tuvieron un puntaje bajo«. Pregunto: ¿A quién le sirve este tipo de determinaciones? ¿De qué le sirve al festival borrar de su cartel a una de las agrupaciones más destacadas del momento? Todos los miembros del jurado conocen la valía de la banda, han visto en otras ocasiones su show en vivo y, sin hacer caso al interés de darle más resplandor a Rock al Parque, sentenciaron como si estuvieran en  American Idol o Factor X, olvidándose que lo importante es que Bogotá en su evento más concurrido pueda exhibir sus mejores talentos. Y no es ese el único ejemplo: Por fuera quedaron conjuntos de fuerte desarrollo y comprobado esfuerzo por crear audiencia, de resonancia local y proyección en importantes mercados internacionales. La decisión de sacarlos por lo que el jurado consideró un día fallido es desconocer el desarrollo de la escena musical capitalina y darle valor a factores efímeros que no reflejan lo que realmente sucede en esta ciudad. Eso es actuar con desidia y soberbia, en prejuicio del festival. Hagan la suma, revisen quienes se quedaron por fuera y pensemos que va a decir el público asistente al Parque Simón Bolívar al respecto.

Ya no hay nada que hacer al respecto, habrá que acompañar y apoyar a las agrupaciones seleccionadas para el evento. A ellas les deseamos lo mejor en sus conciertos y ojalá los espectadores puedan disfrutar de sus canciones. Pero la lección que deja este proceso es que si queremos que Rock al Parque le sirva al mundillo musical de la ciudad éste debe, entre otras, conectarse más claramente con lo que sucede acá durante los otros 362 días del año y reinventar su forma de escoger a sus participantes. Si se sigue pensando en los términos actuales,  el festival se seguirá deteriorando y eso no le conviene a la capital colombiana.

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