Por José Gandour @gandour Fotos Mauricio Pardo @maofilm

Fran Straube, con su proyecto musical Rubio, me ha ayudado, con sus presentaciones en Colombia, a confirmar varias sospechas que venia diciendo en voz baja y con cierta reserva. La primera de esas sospechas es que la música de nuestros tiempos (y de los que vienen) le pertenece a las mujeres valientes, las que quieren romper todo  las ridículas reglas de siempre. Ellas saben que el público actual las escucha para sorprenderse, para inspirarse, para romper la rutina. Para encontrar sensualidad, inteligencia, riesgo, dolor y alegría en una misma canción. Segunda sospecha: Todos queremos bailar, pero, al mismo tiempo, no queremos que la música nos idiotice. Dejamos que lo que suena nos hipnotice, pero no queremos sentir que la fórmula se repita una y otra vez. La audiencia, al contrario de lo que piensan y enfatizan muchos «expertos», aquellos que todavía están en las radios comerciales o se sienten gurús en las tradicionales oficinas discográficas, quiere ser sacudida por una mezcla de fascinación e insurrección artística. La última sospecha es que la masculinidad, el exceso de testosterona, ya aburre profundamente a la hora de buscar nuevo material sonoro. Queremos fuerza, destrucción, ira, rabia, pero no queremos seguir en el sendero del menosprecio y los viejos estigmas. Queremos también amor, sin sentir que ese deseo nos hace débiles o pusilánimes. 

Ya lo dijimos varias veces con anterioridad: Rubio presentó en 2018 uno de los mejores discos latinos de los últimos tiempos. Pez es una colección de pequeñas obras maestras, donde no hay temor de mezclar géneros estigmatizados sin desviarse de la ruta de la excelencia. En la música de esta chilena podemos encontrar electro pop, trip hop, trap, hip hop y otros condimentos urbanos del momento, pero el proceso no va en busca del hit radial que desaparece en semanas. Al contrario, la seriedad del proceso conduce a los himnos íntimos que marcan la memoria y la emoción. Por ello, cuando se va a un concierto de Rubio (en Bogotá se presentó en el marco del Festival Centro, y luego en Sanchez Cervecería), se quiere sentir que, durante la hora aproximada que dura la presentación, la artista nos lleve de la mano por un éxtasis progresivo, como quien nos habla al oído y nos dice que dejemos todo resquemor en la puerta de la habitación y nos entreguemos al placer sin excepticismo. A medida que avanza la presentación de canciones como Coral, Ir, Pájaro Azul y Seres invisibles, sonreímos, porque estamos en el territorio de la artista y ella nos trata bien. La cúspide nos espera al final del trayecto, con Hacia el Fondo y Las Plantas. Ahí es donde todo es danza y delirio. 

Rubio ya se va preparando para grandes escenarios, pronto llegará. Mientras tanto, aquellos que pueden disfrutar de su gira sudamericana y de las próximas presentaciones durante 2020 no pueden perderse de sus presentaciones.  Ella, Fran, indudablemente, trae, como las mujeres osadas de estos tiempos, los sonidos que esperamos para enfrentar la desazón de hoy.

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