xuxa-estranho-amorPor Tomas Pont Vergés – @pontomaspont

Nota del editor: Somos amigos y hermanos de la gente de NTD.la, (No tan distintos), sitio residente en Buenos Aires, con el que compartimos ese sentimiento de creer que, a pesar, de las dudas de los tiempos, de los desastres causados por personajes nefastos, y las distancias naturales, Latinoamérica es nuestro barrio. Por eso cuando nos encontramos virtualmente nos reimos, criticamos lo que vemos y nos volvemos a reir, y, de vez en cuando, compartimos artículos, ya que algunas notas merecen ser repetidas y distribuidas entre la mayor cantidad de lectores de todo el continente. En esta ocasión, para burlarnos de todos, de ustedes y de nosotros, publicamos esta crónica sobre Xuxa, que sabemos les va a encantar.

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Yo era un niño menemista que besaba a Xuxa todas las tardes al despedirse de su show. Esos beijinhos de rayos catódicos fueron los primeros que dí. Su imagen besando a cámara fue mi primera fantasía sexual, aunque no lo comprendiera de esa manera entonces. Como a toda una generación, su figura acompañó mi infancia como un símbolo con significado ambiguo: con un lado A, su cara angelical y sus besos inocentes. Y un lado B, con los rumores de satanismo y de aventuras sexuales.

Es desde antes de nacer que a la diva brasilera la acompaña un halo de misterio. Maria da Graça Meneghel nació en Santa Rosa, en Río Grande do Sul, en el interior gaúcho y agrícola, en tierras colonizadas durante el siglo XIX por alemanes. Su madre Alda tuvo un embarazo complicado. Según la biografía oficial, su padre, el militar Luiz Floriano Meneghel, se encomendó a la Virgen de las Gracias por la salud de su esposa y la pequeña por venir.

El lado B de la historia dice que el capitán Meneghel viajó a la localidad vecina de Cândido Godói a consultar al médico del pueblo, que era nada menos que Joseph Mengele, el científico nazi prófugo. Cândido Godói tiene la mayor tasa de partos múltiples en el mundo, y se celebra todos los años la “Fiesta de los Gemelos”. Sea obra de la intervención divina de Nossa Senhora das Graças o del Angel de la Muerte de Auschwitz, la niña nació sana e increíblemente bella. Un imán para cualquier mortal.

La infancia de la Reina de los Bajitos estuvo marcada por los abusos sexuales que sufría por parte de su padrino.  Pero no solo fue dura, sino que también fue breve por el ritmo vertiginoso que le impuso la fama inmediata. A los catorce, mientras viajaba en tren fue reclutada por un caza talentos. Con sólo quince años la pusieron en la tapa de la revista sobre sexualidad “Carinho”, sólo apta para mayores de 18. Así fue como su carrera como modelo se disparó. A los dieciséis ya trabajaba como modelo en Nueva York.

Fue entonces cuando conoció a Pelé. El astro del fútbol acababa de divorciarse y le llevaba a la encantadora joven veintitrés años. En una imperdible entrevista a la revista deportiva colombiana Nuevo Estadio –en la que Pelé también confesó que debutó con un pibe- Edson Arantes do Nascimento brindó detalles sobre el inicio de la relación: “Cuando la conocí, ella tenía 15 años, era virgen y tenía un noviecito con el que estaba peleada. El padre de Xuxa me dio permiso y salimos juntos”. Y agregó: “A mí no me gustaban las vírgenes, así que le dije que resolviera el problema con su noviecito. Después salimos con frecuencia”. La relación entre Xuxa y O Rei se mantuvo seis años, que coinciden con los años más salvajes del mito alrededor de María Meneghel.

En 1979, con solo 17 años, Xuxa tuvo su debut en el cine con una porno, titulada “Amor, Estranho Amor”. Interpretaba a una prostituta llamada Tamara cuya misión era iniciar sexualmente a Hugo… un chico de 13 años. El film forma parte de ese pasado oscuro que, una vez alcanzado el éxito como estrella infantil, intentaría enterrar con un ejército de abogados. Por un acuerdo con la productora Cinearte, Xuxa se comprometió a pagar un canon a anual a cambio de que la productora no comercializara la película. Durante casi dos décadas la estrella pagó cada año 45 mil dólares. Hoy en día, cuando todos los diques de la distribución privativa se han derrumbado, la cinta se encuentra al alcance de una simple googleada.

A los veinte años una oferta del productor Maurício Shermann le dió un giro a su vida. María da Graça dejó de modelar y acompañar a ricos y famosos para participar en el programa infantil “Clube da Criança”, en la extinta TV Manchete. Pero no fue en realidad hasta 1986, cuando firmó para el tanque mediático O Globo, que las puertas del Olimpo de la tevé se le abrieron con el “Show de Xuxa”.

El show se transmitía los sábados a la mañana. En su primera emisión, rodeada de globos de colores y niños saltarines, una nave espacial traía al set de TV a Xuxa, que bajaba despampanante. Bien escotada, apretada en una mini y con un collar de cuero en el cuello, llegaba del espacio exterior bailando un ritmo ochentoso de melodías chillonas. En cinco minutos se ganó el cariño de los niños, y los bajos instintos de sus padres. Nacía una máquina de romper ratings y de juntar dinero. Desde una torre de Sao Pablo, los directivos de O Globo brindaban con champagne.

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