Por José Gandour @zonagirante
Viaje Relámpago: el shoegaze argentino que revive el espíritu de los 90
Creo en la música que sabe combinar la exclamación aguda de la distorsión con la ternura de melodías que no recurren al grito como fácil recurso para expresar la incertidumbre o las dudas cotidianas. Es música que parece envolver la rabia natural de nuestros tiempos en terciopelo, transformando la furia en belleza. Son canciones nacidas del caos instrumental que buscan abrazar al oyente y contenerlo en calma, antes de soltarlo rumbo a la próxima batalla.
Creo en capas y capas de guitarras ambientales y atrevidas que, sin caer en el virtuosismo innecesario, son capaces de crear planetas suspendidos en el aire: territorios oníricos y contundentes cuyas superficies se vuelven huracanes resonantes, protectores frente a la maldad. Sí, definitivamente celebro el autotitulado álbum de la banda argentina Viaje Relámpago, última muestra del retorno del shoegaze noventero con un espíritu renovado y una belleza que hacía falta en la escena rockera desde hace tiempo.
Un supergrupo del indie argentino
En junio de 2023, a modo de encuentro entre leyendas del indie argentino, Fer Blanco, Mariano López Gringauz (Valle de Muñecas), Sebastián Kramer (Jaime Sin Tierra) y Germán Perla (Mi Pequeña Muerte) decidieron dar forma a un nuevo proyecto: Viaje Relámpago. La idea, según ellos, era simple pero poderosa: unir sus obsesiones, estilos e historias para alumbrar canciones nuevas. Así nació un disco de diez piezas en el que la instrumentación clásica del rock se sumerge en una búsqueda constante de distorsiones y reverberaciones. Más que buscar exaltaciones obvias, logran ruidosas expresiones de intimidad y sosiego, mientras que las melodías vocales, sin exageraciones ni artificios, transmiten una sensibilidad que no necesita gritar para hacerse escuchar.
Un disco que apuesta por la intimidad y el caos sonoro
¿Es música para las masas? ¿Le encontrará un lugar el mercado musical? Eso no importa. Nunca importó. Pero tampoco son canciones que quieran apartarse del oído popular para refugiarse en élites culturales. Todo lo contrario: la audiencia puede descubrir grabaciones como Las cosas que deseamos olvidar, Nuestro día más feliz o Día extraño como pequeños periplos que se disfrutan mejor con audífonos, creyendo que el ruido proviene de su propio fuego interior. Cada corte de esta preciosa placa discográfica parece hecho para que, frente a la adversidad, nuestra sonrisa crezca segundo a segundo.



