Por José Gandour @gandour

Amigo músico, sí, usted, el que ha oído hablar constantemente del mercado, del uso de las redes sociales, de las estrategias para ser oído constantemente en las plataformas digitales. Usted, que busca el mejor representante para poder salir de su ciudad y recorrer el mundo. Usted, que anhela la fama y las consecuencias que trae (chicas, dinero, diversión legal e ilegal, amor de desconocidos), seguramente no habrá escuchado jamás de este personaje argentino llamado Diego Billordo. O quizás si, porque habrá leído un par de reseñas en Zonagirante.com y por ello sabrá que en los últimos años, como él mismo anuncia en su cuenta de twitter, tiene encima «33 giras, 18 videos, 12 discos, 2 manos, 1 corazon».  De manera totalmente autogestionada, sin necesidad de banda, ni representante, asesor de imagen o community manager, ha hecho más de seiscientos conciertos por su cuenta, ha recorrido su país de cabo a rabo e hizo una extensa gira por Europa este año, hecho que ya tiene confirmado que repetirá en 2018. Si, él, Diego Billordo, y su guitarra de palo, sus camisetas de Sonic Youth y otras bandas alternativas de antaño y sus composiciones peculiares. Graba sus discos como puede, hasta con su celular, y no cuenta con el apoyo de ningún famoso, ni los grandes medios de comunicación le paran bolas, pero seguro que más de uno de los lectores de este artículo estará pensando que lo que hace puede ser digno de ser imitado. 

Billordo está lanzando su nuevo álbum, llamado Antifolk Troubadour, un compilado de cuatro canciones hechas en un formato que podríamos llamar «artesanía digital»: Él acude a los elementos básicos para registrar sus temas, desde un lap top y un micrófono, hasta un smartphone de antepenúltima generación. No necesita más. No se complica el muchacho, e igual así logra grabaciones entretenidas, que suman entre todas apenas siete minutos en total.

Billordo comprueba una vez más con Antifolk Troubadour que para contener el verdadero espíritu punk, no es necesario caer en el cliché del grito desatinado ni la distorsión exagerada. Él combate más efectivamente el sistema de esta manera, recorriendo el mundo sin innecesario glamour, con su acústica de seis cuerdas y acumulando seguidores que encuentra de manera personal y directa por todo el mundo. No está mal para un artista que muchos de sus colegas consideran desatinado sin saber de qué hablan. 

 


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