Por José Gandour @gandour

Fotos Rodrigo Cabrera

A veces la industria musical nos hace pensar que sólo hay un camino a seguir si el artista pretende llegar a su cumbre personal, tener una buena cantidad de seguidores y considerarse popular, aunque estemos en la actualidad en un ambiente partido en mil escenas diferentes. Los medios masivos nos hacen creer que la única vía posible es hacer lo «correcto», comercialmente hablando, y repetir lo que hacen los más exitosos, los más vendedores. Millones caen en el trayecto y por su fallo van a creen toda la vida que fracasaron en el intento. Hay otros, más arriesgados, que hacen algo que sólo llega a determinadas minorías, apartados de los top 40 y de las portadas de las revistas más solicitadas, pero que se dan cuenta que, sumando las pequeñas cantidades que se acumulan en cada pueblo, en cada ciudad, tienen un público potencial más grande del que se imaginan. En los tiempos modernos, donde nos hemos dado cuenta que más vale la recomendación de un contacto en Facebook que lo que dice la radio, y donde cualquiera que tiene acceso a internet puede escuchar lo que se le de la gana en cualquier plataforma digital, la valentía musical paga y, si se hace buscando la superación artística, tiene mejores resultados de los presupuestados.

Hagamos el ejercicio: Una pareja de peruanos residentes en Lima, Noelia Cabrera y Antonio Ballester, unidos bajo el nombre de Blue Velvet, decide recuperar sonidos «retrofuturísticos» con sus voces y el uso de los sintetizadores, construyendo canciones fascinantemente oscuras. Reunen 10 temas y, con el patrocinio del sello independiente Buh Records, deciden publicarlos, llamando el álbum In event of Moon disaster. Sin mayor publicidad, y más bien sólo por sugerencia de uno que otro amigo músico en redes sociales, en pocas horas de su estreno ya varios cientos de oyentes han escuchado el material y se han sorprendido ante la intensidad de sus texturas, el placer de sus mezclas y esa sensación inevitablemente seductora que produce la lobreguez de su estructura, donde podemos recuperar recuerdos sonoros de los años ochenta y hacerlos propios en nuestros días.

Ya pronto, y nos atrevemos a apostar por ello, grabaciones como Dark room, A strange face in the mirrow, Ghost breath y, especialmente, Moon Disaster, harán, sin lugar a dudas, parte de la colección de aficionados localizados en Berlín, Tokio, Ciudad de México, Yakarta y hasta en su propia ciudad, señor lector,  si usted se toma el tiempo y le da la oportunidad a un álbum que nos ha sorprendido gratamente. In event of Moon disaster es una pequeña joya de un proyecto que, sin dudarlo un segundo, no estaba dentro de los cálculos de nadie, y que ha tomado el trayecto más empedrado y menos obvio para ser reconocido. Pero asi son los días que vivimos, donde, si nos lo permitimos, podemos disfrutar de sorpresas que nos hacen superar la mediocridad impuesta por el abrumador poder de las grandes vitrinas y los avisos más luminosos.

 


Compartir
HTML Snippets Powered By : XYZScripts.com