Por José Gandour @gandour

El futuro de la música del continente puede ser bello y divertido. Puede representar de la mejor manera posible la riqueza del mestizaje, el desarrollo de su imaginación y la intensidad de su recorrido a lo largo del continente. Escuchar a la dominicana Jarina de Marco es contemplar, una vez más, que, en medio de la mediocridad que nos imponen los top 40 y de lo que significa unidimensionalmente ser latino en los ámbitos más comerciales del mercado musical, pueden surgir producciones que están dispuestos a sorprendernos gratamente.

De Marco, hija de padre brasileño, residente en la ciudad de Nueva York, y que en el pasado conocimos por su particular versión de El Venao, tema popular en manos de Wilfrido Vargas y Los Cantantes, ha publicado su trabajo discográfico titulado Malcriada. Este Ep de seis canciones puede ser tomado como un intento efectivo de reinvención de lo que siempre hemos llamado «Merengue». Lo que hace De Marco es tomar la velocidad original de este ritmo, inventado a finales del siglo diecinueve, y luego muy conocido desde la década de los sesenta, y asimilarlo exitosamente con el hip hop y la electrónica de los guetos norteamericanos, dándole un lenguaje más colorido y más cercano a las actitudes contestatarias propias de los tiempos modernos.

Lo logrado en Malcriada es intensidad pura sin descanso durante 18 minutos, donde el bombardeo sonoro es constante y, aunque se busca la agitación de las masas, siempre hay campo para la experimentación y el rompimiento inteligente de los esquemas preexistentes. Es manejar de manera propia el uso cotidiano del bilingüismo de los caribeños en Estados Unidos y aprovechar su cadencia para volverlo parte del beat y de la agitación presente en cada tema. En este compilado de 6 temas hay celebración pero al mismo tiempo da, a través de la fiesta, una respuesta de identidad generacional en un momento en el que el mundo está nuevamente entre la aceptación de la integración y la migración,  y la segregación a la que nos quieren arrastrar los más resentidos. 

Podríamos ubicar a Jarina de Marco, si nos ponemos muy atrevidos, y muy necesitados de etiquetas para generar bulla y escándalo, dentro de la nueva camada de artistas que vienen a contrarrestar el tedioso imperio del reggetón o la respuesta que algunos necesitaban frente al abrumador éxito de Rosalía. Igual, sabiendo que todas esas son frases que utilizamos los periodistas para llamar la atención y armar alborotos donde no hay drama, lo claro es que esta dominicana, a lo largo de los últimos años, nos ha demostrado que lo suyo va en crecimiento y que aquí no se detiene su laboratorio pachanguero que, por supuesto, estamos dispuestos  a festejar en cada una de sus novedades. Jarina será Malcriada, pero nos gusta, ¡y de qué manera!. 

 

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