Por José Gandour @gandour Fotos archivo Siempre es Medianoche
Lo tengo claro desde el comienzo, este es un disco para los amigos del autor y para los nostálgicos de aquellos tiempos en los que todavía creíamos que se podía hacer folk corrosivo de galante factura. Escuchar el primer larga duración de Siempre es medianoche, es regresar a la melancolía de discos como Stoned & Dethroned, de los escoceses The Jesus and Mary Chain, o al Harvest Moon, de Neil Young. También es meterse en esa eterna pesadumbre vespertina de Buenos Aires en formato rock, ese cafecito entre semana a la caída del sol, antes de irse a casa, hablando de un tiempo que quizás fue un día o dos pero que no volvió a ser y que siempre se le extrañará.
Fernando Blanco, realizador audiovisual y músico porteño, de quien ya hablamos cuando reseñamos su primer EP, no hace música para levantar falsamente el ánimo, ni para creer que el mundo será mejor, como si se tratara de una charla motivacional o un libro de Pablo Coelho. Habla, si, de la belleza, pero a su modo, como quien la contempla durante la lluvia asomado al balcón. Con ese deje saludable de tristeza que evitan las radios populares, donde todo existe menos la realidad. Sus canciones, como besos sinceros, se dan por necesidad, para aliviar el alma sin saber si volverán a pasar.
Aquí tenemos un álbum de once grabaciones hechas en casa, donde la guitarra es diosa, pero no es una deidad que busca el excesivo estruendo sino más bien el eléctrico arrullo de un hombre maduro que no busca cautivar a las masas, sino, más bien, procurar que quien lo oiga sepa de qué está hablando y comprenda versos como el expuesto en su tema Plateado al sol:
«Besos fuertes al calor
Embriagados de canción
Plateado en el sol»
Este disco quizás lo escuchen pocos. Eso no le quita su preciosidad. Esperamos, eso si, que cada persona que sea tocada por esta emocionante y estridente resonancia pueda darse por un buen rato el deseo de sentirse mejor envuelto en elegante añoranza. Ahí está el tesoro que reside en esta pieza genial.