Por José Gandour

Foto: @matiphotox

Lo admito: He abusado de la palabra «vanguardia» para describir la obra de la chilena Fran Straube, más a la hora de describir su proyecto Rubio. Lo siento. Lo que sucede es que en un espacio donde tenemos talentos potencialmente impresionantes y, a la vez, espíritus poco arriesgados en su búsqueda de la gloria, la actitud creativa de Straube va más allá, mucho más allá, de las reglas establecidas por los condicionamientos comerciales. Aún así, a su manera, ha logrado cautivar una concurrencia cada vez mayor en América Latina. Ella, y podemos comprobarlo con sus cifras en las plataformas digitales, ha logrado romper las barreras de audiencia en el continente, sin el apoyo de una multinacional y sin caer en obvias elaboraciones musicales que le facilitarían, segun algunos, la llegada a las masas. Su trabajo es impecable e indudablemente valiente, y marca su propia pauta. Quizás no suene en las radios como es debido (ya sabemos cómo es el comportamiento hipócrita y minimizante de la mayoría de las emisoras de este lado del mundo), pero, agradeciendo la existencia de Spotify, Itunes y otras empresas por el estilo, hemos ido comprobando que artistas como Straube hayan, a fuerza de presentar canciones emocionantes construidas de manera peculiar, un público amplio que es ignorado y vilipendiado por los grandes medios. 

Rubio presenta su álbum Pez, una publicación compilatoria de todos los Eps que ha lanzado a lo largo de los últimos meses. La novedad es que, en su ordenamiento, la artista ha hallado una forma exquisitamente coherente de proponer su viaje sonoro y comprender de mejor manera su obra. A quien no se ha acercado a su trabajo anteriormente y no haya escuchado este disco partido en pedazos nombrados simplemente como R, U, B, I, O, esta es la oportunidad de asumir un camino auditivo cautivante a lo largo de cuarenta y siete minutos, donde, en medio de las intensas reverberaciones vocales  y las diversas texturas acústicas y electrónicas construidas en pro de encontrar una nueva forma de hacer pop, el oyente sentirá que todo fluye como agua para el alma, una selva de sonidos atados para conmover de principio a fin.

Pez, sin lugar a dudas, es una obra maestra que merece toda nuestra atención. Su publicación en formato completo representa la oportunidad de sentir la reinvención, a la manera de Fran Straube, del nuevo sonido latino, aquel hecho sin temores, escudriñando la alteración de los sentidos, percibiendo ese veneno que todos necesitamos para sentirnos vivos.

 

 

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