Por José Gandour @gandour

A veces la euforia que merecemos vivir en la vida se reduce a una sola canción cuya duración no se extiende más allá de un minuto y treinta y ocho segundos. Poner una y otra vez Enough, ese corto tema incluído en Patio 29, el nuevo álbum de la banda chilena Slowkiss, es como sentir esa inyección de hidromorfona que aplican en cada hospital en caso de dolor intenso y que, una vez entra la aguja, trae un inmediato resplandor corporal que hace subir la sangre a la boca y nos hace sonreir como instantáneos felices tontos. Es emoción pura, una travesía de rabia, placer, desenfreno, desborde nervioso. Todo en noventa y ocho segundos. Pero el extasis no para ahí… Hay nueve canciones más, todas así de palpitantes. 

Así, y no de otra manera, comienzo la reseña de un disco publicado para descabezar a los descreídos y a los desconfiados que creíamos que los artistas de estos días no podrían captar y renovar el espíritu rockero que tanto se extraña en tiempos tan decadentes como los que vivimos. Esta banda, liderada por una menuda chica llamada Elisa Montes, ha sabido mezclar de manera poderosa ese aroma de sonidos alternativos de los años noventa, pasarlos por el filtro del punk de toda la vida, recordar el shoegaze de los bares underground ingleses y recuperar el viejo grunge que tanto nos encandiló en su momento. Si, es como meter en la licuadora a Alice in chains, My Bloody Valentine, Lush, Siouxsie and the Banshees y La Polla Records, y que la mixtura nos traiga un sabor acorde a los tiempos que corren. Si, porque Slowkiss suena, sin exagerar, tremendamente contemporáneo, alevosamente actual.

Patio 29 es un álbum que debe repetir dos, tres, cuarenta veces en una sola sensión, de principio a fin. Es una producción atrevida, que, en el orden establecido de sus canciones, parece una montaña rusa  que debe ser abordada con deseo, desespero, con una furia que no esperábamos los más viejos escuchar de parte de las nuevas generaciones. Este disco, como diría un amigo al que estoy seguro le gustará este trabajo, es un camión a punto de atropellarnos e imposible de esquivar.

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