dantePor Rodrigo Ricardo @hhdrums

Cuando di click al enlace que contiene esta entrega de Dante, aparecieron ante mí las palabras “We are Hellhounds” y en el fondo de la página unos manes vestidos de cuero, unos mechudos,  con cadenas en los pantalones y tal… Pensé: “Le dije a Gandour que metal no, carajo!”.

Estuve a punto de mandar la tarea para el noveno círculo de los infiernos. Sin embargo, una de mis gatas se me subió a la laptop y sin querer activó el sonido, lo cual me paralizó por un momento. Guitarras acústicas, combinadas con armónicas y trompetas muteadas me llevaron a escuchar las cuatro canciones completas… y, vaya que las escuché!

No me voy a detener a hacer una descripción detallada de mis percepciones sobre cada canción, como lo hice en una entrada pasada, porque creo que sería parcializar un poco al escucha sobre  el viaje que va a emprender con este ep, Gunblade blues III. No. Voy a decir, simplemente, que estas cuatro canciones de Dante son de las mejores que he escuchado en lo que va del año y no solamente en el ámbito nacional. Estas canciones superan, de lejos, a muchas bandas ya posicionadas internacionalmente y que han tratado de jugar con el sonido de los Spaghetti Westerns de antaño y se llevan por delante a quienes intentan emular el psychobilly. Estos manes son unos puristas y captaron a la perfección el espíritu de “The Man” y del Reverendo Horton Heat y la sacaron del estadio, con unas canciones que tienen una producción y ejecuciones instrumentales limpias, sorprendentemente aptas para los perros del infierno, pero no en el sentido mitológico griego. No, no, no. Entendí que los “Hellhounds” a los que se refieren con su lema serían una pandilla de motociclistas, peligrosos y mugrosos, practicantes, a cabalidad, del “sexo, drogas y rock n’ roll”.

Bienvenidos, lectores, al infierno. Un rocanrolero infierno. Un infierno al que gustosamente iría, si fuera esa la música de ambiente.

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