alfonsoespriellaPor José Gandour @gandour

No son muchos los músicos latinoamericanos que pueden presumir de haber hecho 4 discos totalmente autogestionados en menos de 8 años, además de gozar de un constante crecimiento en audiencia, con el respectivo reflejo de sus acciones en  los medios de comunicación y la crítica especializada. Nadie puede decir que las cosas para el artista colombiano Alfonso Espriella han sido fáciles, pero si podemos afirmar que su labor no ha tenido desfallecimiento en su ruta y eso tiene su recompensa.

Espriella hace buenas canciones, y sus álbumes logran combinar en su listado de grabaciones momentos que lo acercan a las buenas baladas de antaño y de un instante a otro pasan a destellos de distorsión agresiva que sacude el cuerpo del espectador. La música de Espriella hace transitar al oyente en un vagón de montaña rusa, donde el rumbo no es para nada predecible pero el resultado produce complacencia.

A punto de lanzar su nuevo disco, Alfonso Espriella presenta El camino, una producción que contiene un endurecido ruido, que parece inspirado por discos de clásica factura del hard rock de los años setenta, sin que ello signifique que el concepto prevaleciente sea anticuado ni mucho menos. La letra de la canción parte de un núcleo rabioso que, sin embargo, se torna en discurso esperanzador, no sin antes describir y despedazar experiencias pasadas que han acorazado la piel del autor. El camino parece reflejar un doloroso recorrido que deja cicatrices, pero esas marcas dan señal de haber finalizado la guerra, para poder así disfrutar la alegría del superviviente.

Espriella presenta una canción que luce como una sonrisa cansada pero satisfecha.  A partir de aquí podemos notar que el artista ha renovado sus brios y que se siente fortalecido para poder continuar. Eso, en sí, es una buena noticia para los aficionados.

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