pedropiedra

Por José Gandour @gandour

Los temibles maleantes Butch Cassidy y Sundance Kid, luego de asolar el oeste norteamericano a finales del siglo XIX, buscaron fortuna al sur del continente y dicen algunos, sin poderlo comprobar, que murieron en un enfrentamiento con la policía de San Vicente, Bolivia. No muy lejos de ahí, varias decenas de años después, podemos escuchar La balada de J. González, una canción que hubiera podido cuadrar perfectamente en la banda sonora de la historia de los norteamericanos perdidos en el altiplano. Pedropiedra, artista chileno de creciente popularidad, como adelanto a su nuevo disco, acude a una fusión que nos atrevemos a etiquetar como pop western andino, música vaquera que en lugar de armónica acude a las quenas, y cuya geografía está lejos de Texas y cerca del Titicaca. Caminos solitarios y rutas arenosas, hombres con historias que pesan en el alma y todo rasgo de civilización lejos del destino del protagonista. Pedropiedra entiende estas desgracias.

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