Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante

Musicalmente hablando, 2017 fue un año lleno de delicias musicales en América Latina. Olvidémonos de la mediocridad de la esfera comercial, donde las grabaciones que resaltaron y reventaron las ondas radiales no exhibieron mayor diferencia entre ellas. Hablemos de la verdadera riqueza sonora del continente, de los brillantes momentos que pudimos disfrutar en medio del ecléctico y riquísimo espectro artístico, en el que el buen rock y pop hecho por estos lares tuvo momentos espectaculares, y  donde la fusión y la experimentación llegaron a nuevas cúspides, sonando en todos los rincones del orbe.

2017 nos brindó miles de horas de deleite sonico creado en nuestros países. Por ello, hacer la selección de un número determinado de canciones para presentarlas como las mejores de este año es una tarea injusta, cruel, casi totalmente equivocada, pero, en medio del reinante masoquismo, placentera. Pubicamos este listado de diecisiete producciones elaboradas entre la abrumadora cantidad de música de nuestro hemisferio que pudimos celebrar durante todos estos días porque realmente nos impactaron. Las repetimos en nuestros parlantes hasta el cansancio y en ellas encontramos una especie de conjuro de vida que nos sirve para construir una intensa banda sonora de lo sucedido este año.

Su orden ha sido establecido no por los convencionalismos de los top que por ahí circulan. Las canciones están organizadas pretendiendo ser escuchadas de la manera como los organizaría un dj amateur en una fiesta para sus amigos, tratando de darle una coherencia en su reproducción. Esta es, a continuación, nuestra selección:

El mató a un policía motorizado (Argentina) – La noche eterna: Una canción sencilla en medio de un tierno huracán sónico. Una muestra fehaciente del crecimiento de una agrupación que puede entrar tranquilamente entre las mejores del continente en este momento.

Portugal (Chile) – Carnaval: Incluída en el tercer álbum de esta agrupación de pop alternativo, luce como un canto de amor desesperado, sufrido y cautivador. Emocionante dramatismo que coquetea con la cursilería y la vence con creces.

Fito Páez (Argentina) – Navidad negra: Desesperanza en tiempos de la maldad macrista. Paéz añade protesta a su sarcasmo y lo vuelve un himno de inusitada fortaleza, donde el pesimismo, curiosamente, nos alienta a seguir en la pelea.

Los Makenzy (Colombia) – Las nubes del cine: Muchas décadas después, el rock´n´roll sigue moviendo al mundo y lo hace porque encuentra, de cuando en cuando, sobresalientes músicos que lo ejecutan con respeto, desafío y rebeldía para deleite de la afición. Los Makenzy cumplen con la tradición a su manera.

Los Espíritus (Argentina) – Jugo: Caiga la vergüenza en aquellos que dijeron recientemente que el rock argentino no se atrevía a renovarse. Esta agrupación tiene clara su fórmula de retorno a las psicodélicas formas de la música, sumado a su desenfadado humor explícito en sus composiciones. Esta canción es un gran ejemplo de ello.

Nano Stern (Chile) – Respiren Menos: Tiene la intensidad de la banda sonora de una película de film noir y un contenido textual de denuncia social hecho por encima de las obviedades del género. A lo largo de sus pocos minutos de duración se crea la tensión perfecta con el uso de los elementos necesarios, ni uno menos, ni uno más.

Ismael Ayende (Colombia) – Los Malos Espíritus: Por ahí van las nuevas fusiones que sorprenden. Aquí hay una curiosa y efectiva mezcla de western music y de sonidos andinos, que hacen que en nuestra cabeza se reproduzcan personajes y situaciones imposibles de representar, quizás sólo en escenarios de ciencia ficción rupestre.

Mantarraya (Chile) – Marcha Imperial: Divertido melodrama, que nace con alma de trip hop, luego integra resonantes guitarras rockeras y a continuación coros de intención celestial e instantes hiphopperos. Es un revoltijo desenfrenado que logra confundirnos, seducirnos y luego, al final, dejarnos con la boca abierta, pidiendo explicaciones.

Flor Amargo (México) – Loca: Es la ideal celebración cabaretera del desquicio mental. Es como si Edith Piaf resucitara, se quitara el dramatismo francés de encima y se diera cuenta que hay mucho para festejar en esta desgraciada existencia, al menos en pleno centro de la Ciudad de México.

Latenaz (Colombia) – Demente: Métanse en una cantina aguardientera, prendan la rocola y escuchen esta voz que escarba entre el amor doloroso y el humor de los que descubren en la derrota emocional una buena razón para sonreir sin preocupación y seguir cantando.

Alejandro y María Laura (Perú) – Agüita del equilibrio: Es la cumbia hecha bella balada. Tiene ese espíritu de rezo campesino que no para de hacernos bailar suavemente, como si nos dijeran que frente a la desgracia no hay más remedio que festejar que aún quedan minutos para vivir.

Lianna (Colombia) – Me quedó aquí: Soul en su máxima expresión. Sensualidad desbordante que eleva el ánimo del oyente y que confirma, una vez más, que esta cantante tiene todo para sobresalir en el panorama musical de nuestro continente.

Ibeyi (Cuba/Francia) ft. Mala Rodríguez (España) – Me voy: Quizás la única tonada de reggaeton que valió la pena escuchar este año. Y no sabemos si llamarlo reggaeton, porque contiene inteligencia compositiva, letras alentadoras, nada de misoginia y definitivamente mucho corazón en su contenido.

Tsh Sudaca ft. Mós (Colombia) – Río: El título de la canción es adecuado porque durante tres minutos y cuarenta y seis segundos que dura la grabación, todo fluye deliciosamente, con una coherencia exquisita y bordando unos textos que rompen la rutina habitual del hip hop hecho por estos lares.

Rubio (Chile) – Las plantas: Una voz afectada hasta extremos atrapantes en medio de un maremagnum instrumental que juega con cuerdas orientales, electrónica sensible y  trampas reverberantes que crean a nuestra imaginación un paisaje  desbordante. No es una canción, es un mapa sonoro que transita por una selva mental descomunal.

Quiero Club (México) – Esperar: Es la tranquilidad pop que transita mientras crea círculos inesperados en nuestra memoria. Parece haber sido compuesta en el espacio, como si fuera el producto de una travesía plácida entre planetas, como si contuviera la calma antes de la tormenta.

Bomba Estéreo (Colombia) – Duele: Una bella telenovela de casi cuatro minutos de duración. La voz de Li Saumet parece un intenso reclamo dejado en la memoria de un celular abandonado donde se narra una historia desgarradora, cuyo fondo instrumental crea fantasías descabelladas de bailes ancestrales y profundiza en cla creación de un ambiente preciso para una coreografía de baile ancestral.

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