A propósito de la publicación en plataformas digitales de un compilado que se rinde tributo a Jorge González, líder histórico de la banda chilena Los Prisioneros, nos pusimos en la curiosa labor de averiguar cuál era la canción más versionada de este famoso trío de los ochenta, que tanto marcó el ámbito rockero de América Latina.

En un momento sospechábamos que el tema del cual más covers íbamos a encontrar era Paramar. Nos parecía la tonada perfecta para ser interpretada tanto por punks despechados (en esas estuvieron Los Miserables, hace ya varios años), hasta para las intérpretes de balada sensible, como realmente lo hizo la cantautora Gabigar para este último tributo. Pero no hay mucho más.

Nos fuimos a buscar por ahí cuantas versiones había de Muevan las industrias y sólo encontramos una fascinante interpretación de corte industrial por parte de Vigilante. De We are sudamerican Rockers sólo hallamos un cover de aire electrónico de parte de Human Fader. Escuchamos varias de Estrechez de corazón, y nos gustó lo hecho por Weichafe y el argentino Leo García.

Pero, la verdad, ganó nuestro gusto particular. Nuestro tema favorito de Los Prisioneros es Tren al sur. Queremos este tema desde que vimos por primera vez su video. Quizás porque nuestra página reside en un país donde los ferrocarriles, por la corrupción política eterna, nunca han sido una verdadera alternativa de transporte (apenas los que hay sirven para hacer un abyecto trayecto turístico hasta las afueras de Bogotá), y donde los románticos suicidas que quieran ser atropellados en sus vías se morirán de aburrimiento y hambre antes de sentir las máquinas férreas pasando encima de sus huesos. Por otro lado, las 51 millones de reproducciones que el tema original tiene en Spotify nos terminaron de convencer. Es el tema más popular en línea de los chilenos y eso nos terminó de cerrar el círculo.

Al enfrentar la misión, encontramos doce versiones publicadas, hechas en los últimos veinte años. Ya conocíamos la grabada por los mexicanos Moenia y, definitivamente, nuestra favorita, la hecha por Lucybell. En ambas hay un respeto genuino por la primera grabación. Eso si, cada una establece sus propias herramientas para dar su toque personal. Moenia le imprime una textura más techno pop, con mayor preocupación radial. Lucybell logra un fino sonido de batería que marca brillantemente el transcurrir de la producción (y la voz de Claudio Valenzuela tiene el timbre perfecto para creer que la composición es suya, no de González). A estas sumamos otras diez piezas de diferente color, que, si el espectador tiene paciencia y quiere jugar con nosotros, podrá escuchar todas durante los próximos 61 minutos.

A continuación oirán una llamativa interpretación hecha para baile de salón, a cargo de Chileswing. También podrá oir una versión con inicio acústico de parte del peruano Pelo Madueño. Por ahí, entre las que vienen a continuación, luego se cruzará con la pachanguera banda de Los Angeles Yankee Azteca y el retro rock santiaguino de Río Pacheco. En fín, a su disposición queda una hora de placer y tortura, dependiendo cómo lo quiera ver el lector, homenaje a una canción que marcó a millones en todo el hemisferio. 

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