Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante

«Say say two thousand zero zero party over, oops, out of time
So tonight I’m gonna party like it’s nineteen ninety-nine»

Prince – 1999

Muchachos de las nuevas generaciones: 1999. Imaginen un mundo temeroso porque sentíamos la llegada del nuevo milenio. Se acercaba algo que los expertos dieron a llamar el efecto Y2K, un  error de software causado por la costumbre que habían adoptado los programadores de omitir la centuria en el año para el almacenamiento de fechas (generalmente para economizar memoria), asumiendo que cada programa informático solo funcionaría durante los años cuyos números comenzaran con 19. Al segundo siguiente de comenzar el día 1 de enero del año 2-0-0-0, el mundo se desmoronaría, habría caos financiero, las computadoras se comerían a los niños, los robots existentes tomarían el poder y nos obligarían a vivir mirando pequeñas pantallas coloridas todo el día, como castigo permanente por nuestro egoismo y desprecio al resto de la humanidad.  Y mientras ese momento llegaba, el ídolo argentino Charly García, quizás pensando en demostrar que ni él si su obra merecían semejante castigo, durante la celebración del ciclo Buenos Aires Vivo 3, grababa su presentación frente a seiscientas mil personas, batiendo records de asistencia para un concierto público en su país, un material que luego dio a llamar Demasiado Ego. El fin del mundo se aproximaba y sin embargo, había tiempo para que el hombre del bigote bicolor emocionara a una gran multitud, sin importar si luego todos ellos se convertían en ceniza en un santiamén. 

Mientras algunos personajes demasiado prevenidos ante la posible catástrofe orbital construían sus bunkers de supervivencia y compraban todas las botellas de agua disponibles en su pueblo, el sello porteño Ultrapop decidía, en medio de la euforia causada por el record de García, lanzar un tributo de 15 covers interpretados por destacadas agrupaciones del ambiente indie argentino. De manera cuasi profética, decidieron titularlo Cerca de la revolución, como el tema que Charly incluyó en su álbum Piano Bar en 1984. Curiosamente, a pesar del nombre, ninguno de los artistas invitados decidió sacar su versión de dicha canción. 

¿Quiénes participaron en este álbum?, ¿Quiénes sobreviven, artístícamente hablando, en el mundillo musical?  En el listado de intérpretes, dentro de lo más destacado podemos nombrar a Jaime sin Tierra, quienes, luego de separarse doce años y dedicarse cada uno a su profesión (Sebastián Kramer, su guitarrista, combinaba su tiempo entre composiciones para bandas sonoras y sus labores como arquitecto), se volvieron a juntar en 2018 e hicieron 3 shows en Argentina y Uruguay, agotando entradas. En el tributo interpretaron Ojos de videotape, del catálogo de Clicks Modernos, dándole un toque propio cercano al shoegaze de la época. También rescatamos la participación de Panza, la banda liderada por la aún muy vigente Mariana Bianchini, que logró un espasmo punk de sonido aún más rudo de la grabación inicial de Demoliendo Hoteles.

No sólo se grabaron tonadas pertenecientes a los discos solistas de Charly García. También se incluyeron covers de temas procedentes de sus épocas en diversas agrupaciones de las cuales hizo parte. Por ello, desde La Plata llegaba Audioperú, proyecto liderado por Rudie Martínez, a convertir Bubulina, de La Máquina de Hacer Pájaros, en un experimento de corte dance electrónico. Por otro lado, Grand Prix grabó, en tono un poco más distorsionado, Quiero ver, quiero ser, quiero entrar,  original de Porsuigieco, una fusión de estrellas de los años setenta, conformada por el mismo Charly, Raúl Porchetto, Nito Mestre, León Gieco y María Rosa Yorio. Y, quizás siendo uno de los mejores momentos del tributo, tenemos la divertida traslación de  Mr. Jones, canción original de Sui generis, en manos de Siempre Lucrecia, banda liderada por nuestro amigo Fede Kempff, quien en los últimos años nos ha alegrado la vida con sus agrupaciones Ciudad de los Sauces y Otoño Intenso.

En fin, en 1999, antes del desespero y del holocausto que nunca sucedió, hubo un compilado que intentaba dar una idea aproximada de lo que sucedía en ese entonces en la escena independiente de Buenos Aires y sus alrededores, a través de las composiciones eternas de un genio. 15 producciones, algunas dignas de ser recordadas con mucho placer y otras que pueden ser escuchadas con curiosidad, sin prevención, aunque no con mucho deleite. Algunos músicos se perdieron del panorama sin pena ni gloria, otros siguen marcando su  momento en la agitada movida rockera del cono sur. 

¿Y Charly? Ya lo saben, sesenta y ocho años de edad y ha sobrevivido a todo. Ha llegado a 2019 después de saltar de un noveno piso, haber consumido todas las sustancias permitidas y prohibidas del planeta, haber perdido y recuperado kilos de cualquier tipo en su cuerpo y luciendo ahora como un viejito adorable al que, por su maestría, se le perdona todo. Seguramente, en sus tiempos de ocio, con un piano y sus amigos alrededor, debe cantar algunas canciones de de su admirado Prince, otro que no pudo llegar a estos tiempos por causa de su hecatombe personal. En fin, un honorable músico que estamos confiados que se ríe de los tiempos convulsionados que ahora vivimos. 

 

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