Por José Gandour @gandour

Fotografía y video Vindicador

No hay por qué incomodarse si cualquiera de ustedes no sabía de la existencia de Wolfranium. La verdad es que el autor de esta nota no sabía nada de esta banda de stoner rock argentino, hasta que su representante, Felix Bunge, nos hizo llegar Un Reactor Nuclear, mini documental de 15 minutos, que, a pesar de haber sido grabado a finales de 2018 y estrenado hace unos meses, sólo hasta ahora recibe la promoción debida, para ser visto por el público aficionado en cualquier parte del planeta.

Abriendo el archivo estábamos esperando la tradicional muestra de una agrupación autogestionada que quiere exhibir sus canciones en vivo sin mayor contexto que la oportunidad de grabarse y registrar el momento para los amigos. La etiqueta «documental» nos impidió aplazar la visualización, en una temporada donde, hay que decirlo, hay una producción excesiva de conciertos en linea captados con el lente del celular y transmitidos con una débil señal de conexión. La diferencia, y desde el principio se hace notar, es que aquí hay una crónica, un relato que vale la pena observar.

Todo inicia con los preparativos. Esta es una banda que decide grabar un par de canciones fuera de un estudio tradicional y se va a una fabrica, llevando consigo su recién comprada consola, los micrófonos que tenían entre ellos y sus amigos, y, para resaltar, la alfombra vieja del guitarrista que ha estado con él desde el comienzo de su ruta musical. A su lado, un equipo fílmico dispuesto a no perder detalle del asunto. Todo inicia con un blues ajeno en algún parlante que marca el buen ambiente que se da en todo el montaje.

Llama la atención  el delicado concepto fotográfico y la puesta en escena que nos hace inmediatamente pensar que esta es una realización profesional. Todos los pormenores son presentados con la elegancia que se merecen, y siempre se advierte que estamos viendo un proyecto independiente. Son los tres músicos poniendo todo en su sitio y comprobando cada ruido que se va a emitir. Son ellos (y solo ellos) los que quieren asumir la aventura de descubrir qué puede pasar con este tinglado. En medio de todo el proceso, cada uno, Cherman (Bajo), Ariel Ferreras  (bateria) y  Leandro Brunacci (guitarra y voz), van comentando individualmente de dónde surgió la idea y van contando particularidades, delatando que las cosas no estaban del todo claras cuando decidieron emprender este experimento y que, más bien, a medida que avanzaban, se iban sorprendiendo con los resultados. 

Sonará rara esta afirmación, pero cuando vean el video entenderán: Lo bello del documental es que en quince minutos no se escucha una canción completa, salvo cuando se anticipan los créditos, dando fin a la proyección.  La historia se narra a punta de muestras de ejecuciones instrumentales, de evidencias de la reverberación reinante, de los comentarios posteriores a cada expresión sonora. Aquí lo importante ha sido describir el viaje, sin revelar el destino. Lo satisfactorio de este audiovisual es ver el desarrollo de la discusión sobre el proceso, la curiosidad que lo motiva, y la pericia que trae consigo. 

Por supuesto, después de verlo, Un Reactor Nuclear nos da una buena excusa para buscar la música de este trío y conocer sus tonadas (hay otros videos, ya con los temas enteros que pueden ver a continuación). Pero, independientemente a que nos gusten o no sus canciones (a nosotros nos fascinaron), el documental es una valiosa lección que debe servir de inspiración a más un músico en estas épocas. 


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