Por José Gandour @gandour

Debo decirlo: A un mes de su estreno, tengo una mezcla de sentimientos encontrados frente al espectáculo Sép7imo día (no descansaré) , creado entre el Cirque du Soleil y los sobrevivientes de Soda Stereo. La verdad, tengo curiosidad pero a la vez toda la prevención del mundo frente a un show que puede defraudar.

Sobre eventos circenses y musicales es poco lo que me ha gustado. Algunas partes del The Rolling Stones Rock and Roll Circus y poco más. Además, el Cirque du Soleil luce como entretenimiento corporativo, donde todo se suaviza y donde mucho de su contenido se endulza para las grandes masas, limpiando las producciones de todo vestigio de rebeldía o cuestionamiento ideológico. Todo esto parece un invento desesperado por reactivar la máquinita de dinero de Soda Stereo, años después de la muerte de Gustavo Cerati. Pero insisto, tengo curiosidad y la duda se puede ir despejando a partir del lanzamiento del primer video promocional.

El primer sencillo, En el séptimo día, es un adelanto de la reconstrucción musical asumida por Charly Alberti y Zeta Bosio, con la participación en la mezcla de Gustavo Borner, en un proceso complejo realizada  en Igloo Music (Burbank, Estados Unidos). El disco, según informan los textos promocionales,  es resultado de un trabajo de investigación en el que se digitalizaron y restauraron las cintas originales, y luego se abrieron los multi-tracks para laborar en las nuevas versiones. Tiene espíritu de remezcla que respeta el sentido original de las composiciones, pero, a su vez, se permite, por momentos, meter elementos de otras canciones para confundir felizmente al público y poder así, abarcar más ampliamente el catálogo de la banda. En este primer sencillo, al tema original se le añade al final uno de los momentos más reconocibles de Zoom, canción incluída en su álbum Sueño Stereo.

Imagino que la intención final de este proyecto es jugar, a punta de retazos inolvidables, con el cariño y la sensación melancólica del consumidor que extrañará por un buen rato a la banda más popular de todos los tiempos del rock latinoamericano. A estas alturas, solo resta desear que el espectáculo esté a la altura de la nostalgia y que no sea un simple edulcoramiento de la leyenda, con una banda sonora que sirva luego de  pista para el paseo de los inocentes compradores en cualquier supermercado del área. Ojalá nos equivoquemos en nuestras predicciones.

 

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