Por José Gandour @gandour

Un hombre se para frente a la cámara, vestido de manera casual, casi como si estuviera yendo a pagar sin mayor preocupación sus cuentas al banco. Una vez está parado en donde corresponde, comienza a cantar y a moverse al son de la grabación. Lo hace varias veces para que cada toma, a la hora del montaje,  se superponga a la anterior, logrando  transmitir el sentido de la obra a la audiencia. Parece elemental, pero no. Una idea sobria, que no exhibe mayor complicación en su resultado, tiene un proceso complejo. Ante el embrollo de muchos proyectos que  quieren lucir estrambóticos, exagerados, espectaculares y de alto presupuesto, pararse  frente al lente y defender la sencillez de la imagen  por sobre todas las cosas no es fácil. De ahí parte el discurso presentado por el colombiano Pablo Trujillo con su nuevo clip, Súper fuerte. 

El realizador de clips musicales no puede olvidar en el proceso de elaboración de su trabajo que el resultado final debe ser el de promocionar lo no visual, es decir la canción. Se trata es realzar el sonido, no de ocultarlo. Y, la verdad, en este caso, el trabajo del director, Sergio Manrique, logra destacar la melancólica alegría del tema, conduciendo al artista a sentir su propia composición y, así,  expresarse sin mayor enredo ante los espectadores. No hay decoración alguna, es él, Pablo Trujillo, usando un pequeño teclado y nada más. A partir de ahí, el éxito radica en una edición bien medida, que logra ser reluciente en su aparente candidez. 

Este el primer sencillo del que será el nuevo disco de Trujillo, donde se aleja de sus anteriores sonidos más rockeros y se interna en una experimentación pop que, hasta el momento convence y satisface. Súper fuerte resulta una buena carta de presentación de un nuevo camino que, esperemos, siga usando la sencillez de este modo.