Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante
Metropolit – Puesta del sol
No vamos a negarlo: Es un video extraño en su concepción. Igual, puede que este clip tenga elementos que complementan la puesta en escena de la banda que sobran, pero lo hecho visualmente por esta banda bogotana produce desde su comienzo curiosidad y por ello nos atrapa durante los tres minutos de duración. El sonido electrónico rockero de esta propuesta instrumental es agradable, renovador y atractivo y la edición videográfica acompaña bien el resultado auditivo. Da suficiente información inicial sobre la agrupación y nos advierte de buena manera sobre lo que pueda venir en el futuro. Una interesante carta de presentación de Metropolit.
Beirro – Bond
Quizás si los productores de las películas relacionadas con el famosísimo personaje del servicio secreto de su Majestad la Reina se enteran del uso de unos cuantos fotogramas que incluyen imágenes de Pierce Brosnan y Sean Connery, entre otros, se van a quejar con este artista argentino y quizás no veamos más este clip en las plataformas digitales nunca más, pero mientras eso sucede, Beirro nos presenta un tema que, por su tranquilidad rítmica no nos lo imaginamos como parte de la banda sonora de una historia de espionaje, pero si como un buen complemento musical de cualquier buena tarde nostálgica. La edición es ingeniosa y utiliza sabiamente los pocos elementos que tiene a su disposición, logrando presentar de manera llamativa al artista y darle agilidad al resultado final. En fin, bonito, con el perdón de Isabel II.
Dharma y Flora – Tiempo al tiempo
Volvamos a los videojuegos y al tipo de metáforas visuales que pueden surgir al ser utilizados en clips musicales. Lo hecho por esta banda argentina tiene sus momentos interesantes, ya que sabe, aunque de manera bizarra y con instantes incomprensibles, acudir a una curiosa mezcla de estéticas digitales para presentar su canción pop rock, donde la protagonista, a través de una computadora arcaica, se convierte en una especie de super heroína que recorre las calles de la ciudad en busca de monedas y premios de satisfacción pixelada. El argumento tiene momentos divertidos, como cuando los mismos músicos hacen parte del recurso dramático o cuando la intérprete principal se situa en la azotea de un edificio a dominar la panorámica general. No nos podemos quejar.