Por Emiliano Gullo – @emilianogullo

(Nota del editor: Hemos vuelto a acudir a los archivos de nuestros hermanos de NTD.la para recuperar una fantástica crónica sobre los últimos días del poeta chileno, publicada originalmente hace un poco menos de 7 años. A su vez, acompañamos la lectura de esta nota con un muy interesante álbum de 2004, publicado por Sony España, en el que participaron artistas de lado y lado del océano Atlántico, donde se musicaliza, con diversos sonidos locales, los textos de quien de nacimiento fue bautizado como Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto y luego fue conocido universalmente como Pablo Neruda). 

En la cama de la habitación número 406 de la clínica Santa María descansa un poeta de 69 años. Padece de cáncer de próstata, toma los medicamentos de rigor. Nadie parece muy preocupado por su salud. Incluso tiene arreglado un vuelo rumbo a México para el día siguiente. Pablo Neruda está acompañado por su mujer Matilde, su hermana Laura, y Manuel Araya Osorio, su asistente. Sin embargo, cerca las 22.30 del 23 de septiembre de 1973, mientras las calles de Santiago se ensombrecían ante la flamante dictadura, el poeta murió. Certificado oficial de defunción: caquexia cancerosa. Desde entonces, el fantasma de su asesinato recorre Chile. Ahora, un encuentro de expertos acaba de analizar los resultados del peritaje óseo hecho en España. Hay signos de la enfermedad, pero también de una sustancia que puede ser mortal y que habría sido utilizada por la DINA, el servicio secreto de Pinochet. El fantasma parece cobrar cuerpo.

A raíz de una presentación del Partido Comunista Chileno, en 2011 el juez Mario Carroza -el mismo que investiga las muertes de Salvador Allende y del padre de Michelle Bachelet, entre otros- abrió una causa para determinar por qué falleció el Nobel de Literatura. La sospechas resurgieron a raíz de un artículo que reprodujo el recuerdo de Araya Osorio, ex asistente, chofer y guardaespaldas del poeta. Araya Osorio relató las últimas horas en la clínica en una entrevista al diario El Clarín, de Chile.

“Neruda estaba en excelente estado, tomando todos sus medicamentos. Todos eran pastillas, no había inyecciones. Nos preocupamos de recoger todo lo que nos indicó. Estábamos en eso cuando Neruda nos llamó como a las cuatro de la tarde a la hostería Santa Elena, donde le dieron el recado a Matilde, quien devolvió la llamada. Neruda le dijo: ‘Vénganse rápido, porque estando durmiendo entró un doctor y me colocó una inyección’.

Al día siguiente, el 24 de septiembre de 1973, el diario filo pinochetista El Mercurio dijo que a Neruda se la había “aplicado un calmante”. Los abogados del PC -que se presentó en 2011 como querellante junto a la familia de Neruda- creen que al poeta lo asesinaron con una inyección letal.
Si estaba en buenas condiciones de salud y tenía arreglado un viaje inminente a México, ¿por qué se internó en una clínica?

La Caza del poeta

El 11 de septiembre, cuando Augusto Pinochet tomó la Casa de la Moneda, Pablo Neruda se encontraba en su hogar de Isla Negra. Hacía poco había vuelto de Francia, donde revistaba como embajador y donde le habían detectaron un tumor maligno. Nobel de literatura en 1971, su nombre y su prestigio internacional eran el escudo más difícil de romper para los militares que querían la cabeza de este comunista explícito. Empezaron por sus casas. Allanaron su residencia de Santiago y la de Valparaiso. En Isla Negra un grupo de marinos y soldados irrumpieron en su casa, lo golpearon y le robaron. Pero el poeta seguía vivo y libre. No por mucho tiempo más, pensó Araya Osorio.

“La estrategia, coordinada con su familia, fue llevarlo a una clínica con la excusa de su enfermedad. Pensaron que ese sería el lugar más seguro hasta llevarlo a México. El embajador mexicano en Chile ya estaba al tanto de la operación”, contó a #NTD Marcelo Tapia Valenzuela, abogado del PC chileno.

Un extraño sanatorio

Neruda ingresó en la clínica privada Santa María el 19 de septiembre, después de sortear agobiantes controles del Ejército. Gonzalo Martínez Corbalá, entonces embajador mexicano en Santiago, lo visitó para confirmarle que saldría el 24 rumbo al DF. Según aquellos que lo vieron, incluida su mujer Matilde, señalan que el poeta estuvo saludable en los días.

Otro punto oscuro emerge del propio certificado de defunción. En la línea de observaciones, el documento dice: “Causa caquexia cancerosa. Cáncer próstata metástasis cancerosa”. Sin embargo, la presentación de la querella a la que accedió #NTD marca las contradicciones. “La caquexia se define como un estado de extrema desnutrición, atrofia muscular, fatiga, debilidad y anorexia. Pablo Neruda (al momento de su muerte) tenía buena consistencia física, gozaba de buen apetito y pesaba alrededor de 100 kilos”.

El ultimo dia

Más preocupado por su vuelo que por su tumor, Neruda pidió que su mujer y su asistente fueran hasta la casa de Isla Negra a rescatar algunos objetos para su residencia en el exilio. Quedó solamente acompañado de su hermana, con serias dificultades en la vista. Fue entonces cuando alguien aprovechó para aplicarle la inyección fatal en el estómago. El poeta los llamó ni bien sintió las primeras molestias, pero era tarde. “Cuando llegamos a la clínica, Neruda estaba muy afiebrado y rojizo. Dijo que lo habían pinchado en la guata (el estómago) y que ignoraba lo que le habían inyectado. Entonces le vemos la guata y tenía un manchón rojo”, dijo Araya Osorio.

A las pocas horas, Araya Osorio fue secuestrado y llevado al Estado Nacional de Santiago, convertido en un gran centro de detención clandestina. Luego fue liberado y actualmente es parte clave en la causa que lleva el titular de la Corte de Apelaciones, Mario Carroza.

La causa

Con estos argumentos, la querella logró que la Justicia ordenara la exhumación del cuerpo de Pablo Neruda para ser analizado por expertos. Así llegó al laboratorio de la Universidad de Murcia, España. El estudio, revelado a fines de mayo pasado, indicó que los huesos del poeta tenían proteínas relacionadas con el proceso tumoral; proteínas inflamatorias inespecíficas también compatibles con el proceso cancerígeno pero, además, la presencia de proteinas bacterianas “de las que resulta -explica el informe- muy difícil de establecer o excluir la presencia de un proceso infeccioso agudo en las últimas horas de vida del poeta”. Se llaman Staphylococcus aureus o dorado y, de acuerdo a la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, puede llegar a ser mortal. De todas maneras, el informe agrega que se requieren “dosis oportunas de prudencia para evitar conclusiones aventuradas”. La pregunta, entonces, apunta a esas bacterias. Para establecer el último eslabón del posible asesinato se harán nuevos estudios sobre los huesos de Neruda.

Con los resultados del informe se activó, días atrás, el segundo panel de especialistas. El primero, desarrollado en 2013, había excluido la presencia de la querella. El querellante Contreras participó del encuentro y aseguró a #NTD que “el químico de la DINA, Eugenio Berríos, reiteró públicamente que una forma eficaz de librarse de los `indeseables era inyectarles precisamente Staphylococcus aureus”

Aunque todavía falten los exámenes finales, el querellante adelantó: “Hoy podemos señalar que son muchas más las evidencias de participación de terceros que de muerte natural”. Según pudo averiguar #NTD se harán antes de marzo en Noruega o en Estados Unidos. Es que en ese mes, los expertos volverán a juntarse para tomar una resolución final.

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