Por la redacción de NTD.la

(Nota del editor: Acudir a los archivos de crónicas publicadas en la década pasada por nuestro hermanos de Ntd.la nos permite de vez en cuando recuperar algunas de las mejores historias de nuestro continente y, de paso, refrescar los textos de nuestra página. En esta ocasión acudiremos a los recuerdos de infancia de varios de nuestros lectores, quienes con alegría se acordarán de una popular serie  norteamericana, creada en los años 50´s y repetida hasta la saciedad por los canales locales hasta muy entrados los años noventas. Pero, igual, aprovecharemos a publicar la verdadera historia del héroe en el que se inspira esta trama, para darnos cuenta de dónde viene todo el rollo. Ah, obviamente aprovecharemos a consentir a los nostálgicos, mostrándoles un par de capítulos de la antigua tira televisiva). 

No sería arriesgado aventurar que la mayoría de los latinoamericanos vieron El Zorro al menos una vez en su vida. Es más, una buena parte de las infancias de nuestra región fueron influenciadas por esa serie de TV producida por Disney y que tenía como protagonista a Guy Williams en el papel de Don Diego de la Vega. Además, el Sargento García, el fiel Bernardo y el Capitán Monasterio completaban el podio de personajes de esta tira de televisión que fue reciclada hasta el infinito en decenas de canales alrededor del mundo durante los últimos 50 años. Pero pocos saben los entretelones de la historia.

En primer lugar hay que decir que El Zorro apareció por primera vez en la revista de cómics estadounidense All Story Weekly en 1919, de la mano del escritor Johnston McCulley. La saga se llamó “La Maldición de Capristano”, y contaba las aventuras de este personaje enmascarado que combatía la injusticia en la California de principios del Siglo XIX. Pero más allá del éxito de aquella historia cuyos derechos fueron adquiridos por la Walt Disney Company para llevarla a la pantalla chica, el trazo de una historia real se escondía en la leyenda. Y esa historia sigue motivando el debate de los especialistas, que encuentran en «El Zorro» las características de dos importantes personajes mexicanos del pasado: Joaquín Murrieta y Guillén Lombardo. Dos hombres cuyas leyendas cargadas de heroísmo y rebeldía parecen haber inspirado a Johnston McCulley a la hora de crear a nuestro héroe enmascarado.

Joaquín Murrieta, un Zorro vengador

En 1848 Estados Unidos invade México despojándolo del 55% de su territorio: Texas, California y Nuevo México eran anexadas al país del norte que poco tiempo después comenzaba a explotar las importantísimas áreas mineras de la zona. Aquella época de cowboys, colonos y comerciantes iba a ser recordada luego con el nombre de una dolencia: eran tiempos de “la fiebre del Oro”.

Hacia 1850, el joven Joaquín Murrieta se asienta en California junto con su esposa. Al igual que muchos otros mexicanos, pretende aprovechar las oportunidades que deparaba la flamante industria minera local. Sin embargo, aquella tierra que había sabido pertenecer a su país, se mostraba para aquel entonces demasiado hostil con los latinos. El gobierno estadounidense acababa de sancionar una ley que cobraba importantes impuestos a los mexicanos que quisiesen explotar las riquezas del lugar, a la vez que los colonos anglosajones ponían especial énfasis en demostrarle a los antiguos pobladores la necesidad de retirarse cada vez más hacia el sur. Eran tiempos violentos.

Según cuenta la leyenda, una tragedia familiar cambia radicalmente la vida de Joaquín: en una extraña refriega cerca de su hogar, su mujer es asesinada en medio de una ola de ataques contra los inmigrantes sureños. A partir de allí, Murrieta se transforma. Al camino laborioso indicado por la tradición le opone la senda de la venganza, y se lanza a un raid de saqueos y violencia contra los asesinos de su amada esposa. Así nace un mito: Murrieta se convertirá en una suerte de Robin Hood para los mexicanos, especialmente en la zona de frontera con Estados Unidos. Su figura es hoy recordada como símbolo de la resistencia contra el invasor anglosajón. Parte de esa historia puede verse en el film «Bandidos Legendarios de México»

Según cuentan, en pleno desierto forma una banda que pasará a la historia como “La Banda de los Joaquines” compuesta por sus 5 secuaces: Joaquín Botellier, Joaquín Carrillo, Joaquín Ocomoreña, Joaquín Valenzuela y su hombre de confianza Manuel García, alias “Jack tres dedos”. Y como en una película, juntos asedian cuanto campamento minero hay en el sur, a la vez que roban caballos y ganado a los estancieros de la zona. Por supuesto, como era de esperar, mientras que los estadounidenses claman por justicia, los mexicanos admiran a este grupo de hombres que hacen frente a los gringos invasores.

El revuelo es tal que la fama de Los Joaquines no tarda en llegar al Congreso de California, que decide formar una fuerza policial especial para cazarlos. Esa tropa será llamada los “California Rangers”, y se dedicará a perseguirlos por todo el sur de los Estados Unidos hasta dar con Murrieta y asesinarlo en 1853.

Para muchos especialistas en México, las narraciones acerca de las glorias de Murrieta se asemejan mucho a las andanzas de El Zorro. Además, el único héroe popular de a caballo en California fue este mexicano que no luchó contra los defensores de la Corona -como lo hace Diego de La Vega en la serie-, sino contra los Estados Unidos.

Guillén Lombardo, un Zorro conspirador

El otro gran personaje que muchos señalan a la hora de hablar de El Zorro es un irlandés que llega a México en 1640, en tiempos de la colonia. Agente al servicio de la corona de España, Guillén Lombardo tiene 25 años y según los especialistas es un un hombre culto y un valiente espadachín. Y aunque llega en defensa del Rey Felipe IV, no tarda en dejarse seducir por las conspiraciones separatistas en el Nuevo Mundo.

Envuelto en una serie de escándalos con las mujeres de la alta sociedad local, Lombardo se coloca en el centro de las miradas y la Inquisición mexicana no tarda en acusarlo de diversos delitos tales como brujería y conspiración. Al ser capturado, entre los papeles que las autoridades le secuestran, una extraña proclama ratifica las sospechas. Se trata de la «Proclama por la liberación de la Nueva España de la sujeción a la Corona de Castilla y sublevación de sus naturales». Allí, un Lombardo adelantado a su tiempo argumenta la ilegitimidad de la dominación española al territorio americano.

Durante varios años en la cárcel, Guillén se destaca por la sutileza de sus argumentos libertarios, que cuestionan el liderazgo de la Corona y el trato inhumano hacia las personas. Pero su vida termina abruptamente al fracasar en un intento de fuga y ser quemado en la hoguera en 1659.

«Parece un personaje de novela. Es uno de los extranjeros que participaron en nuestra historia», asegura la historiadora mexicana Andrea Martínez quién publicó Don Guillén de Lampart. Hijo de sus Hazañas. Además, asegura que su trabajo buscó despejar las dudas acerca de este personaje que no sólo fue vinculado con El Zorro, sino que fue objeto de las más disímiles interpretaciones. En 1870 su figura fue rescatada por el escritor mexicano Vicente Riva Palacio, que escribe Memorias de un Impostor, donde lo presenta con ribetes literarios, colocando a la letra “Z” como un símbolo usado por sus seguidores revolucionarios. Algunas décadas después, según los especialistas, el escritor estadounidense Johnston McCulley retoma elementos de Guillén para componer a su personaje Diego De la Vega en la saga “La Maldición de Capristano”.

En definitiva, sea Murrieta o Guillén, la verdadera historia de «El Zorro» lo pone junto al corazón de los mexicanos y su historia rebelde.

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