Por Tomás Pont Vergés – @pontomaspont

Nota del editor: Como ya va siendo costumbre en las últimas semanas, hemos acudido a las crónicas de archivo de NTD.la para seguir contando las buenas e increíbles historias de la música del continente. En esta ocasión volvemos a Brasil y nos enteramos de detalles de la vida de una leyenda: Tim Maia. 

Todos conocemos el jazz – bossa que inventaron a principios de los sesenta Joao Gilberto y Stan Getz. Lamentablemente en los últimos años también conocimos el bossa n’ beatles, bossa n’ stones, bossa n’ marley, bossa n’ ramones, y demás monstruosidades discográficas. Pero poca gente conoce el Samba-Soul. Y este si que es un género bien auténtico, carioca de gema. Surgió en los setenta como la contracara negra y jodona de la bossa, y se esparció por los pasillos laberínticos de los morros, mutando, con sus bailes callejeros y reivindicación afro en todo un movimiento social y masivo, que llamaron el «Black Rio». Este género, como suele pasar, tiene un distinto, un genio musical, un tipo que en su desmesura supo comprender los sonidos de Brasil y darles una vuelta de tuerca a través de la música soul. El genio que nos ocupa se llamó Sebastião Rodrigues Maia, más conocido como Tim Maia.

El morrudito Sebastião Rodrigues Maia nació en 1942 en el coqueto barrio de Tijuca, donde sus padres trabajaban en una pensión. Es el hermano número 12 de una familia de 19. En su infancia en los 50 de Tijuca, Tim hizo amistad con chicos bien del barrio como Erasmo Carlos y Roberto Carlos – que no son hermanos- a través del fútbol y la pasión por el doo wop, ese género que cantaban The Platters. Por el 57, juntos formaron «Los Sputniks». El sueño de juventud terminó muy mal para Tim: quisieron participar de un programa, pero el presentador al ver a Roberto Carlos lo invitó para la semana siguiente a cantar, solo. Así comenzó la meteórica carrera de O Rei. Y con ella, el resentimiento de Tim. Mientras sus amigos de la infancia Erasmo y Roberto Carlos se convertían en estrellas adolescentes, él – que era el cerebro musical- quedaba afuera del show business por gordo, negro y pobre.

Tim se propuso entonces el objetivo de triunfar en EEUU. A los 17 engañó a su familia con que había ganado una beca para estudiar música en EEUU, juntó plata y se mando solo para New York. Era 1959. En EEUU aprendió a cantar en inglés, conoció a fondo el naciente soul, formó varias bandas, que disolvió con escandalosas peleas, trabajó de lavacopas en cuanto bar y club hubiese en la ciudad, probó las drogas blandas, las drogas duras, y terminó metido en una pandilla que robaba autos. Para el 63 se encontraba tras las rejas en una cárcel de Florida. En el 64 lo deportaron a Brasil, después de arrancarle la oreja a otro preso en una pelea.

Volvió a Brasil sin un mango y unos cuantos vicios pero, sobre todo, un montón de músicas en su cabeza. En 1971 sacó su primer disco: Tim Maia. Seducida con su voz, Elis Regina lo amadrinó desde el comienzo de su carrera profesional y produjo su primer disco. El disco fue un exitazo inmediato. Y Tim Maia se convirtió en la cabeza de playa de la invasión del Samba Soul, la banda de sonido del movimiento subterráneo Black Río. Sin embargo TIM no podía consigo mismo. Pasaba sus días de estrella del Samba Soul bebiendo whisky, probando cuánto psicoactivo tuviera a mano y comiendo frenéticamente. Con 150 kilos de puro talento y alcaloides, era un salvaje. Compraba joyas que arrojaba a su público en los shows, asistía a las reuniones con ejecutivos de discográficos con mastines, componía y grababa compulsivamente para después quemar las cintas. Tim era paranoico, iba armado a todos lados y sufría de fobias extrañas. Por ejemplo, le tenía fobia a los mozos pelados.

En 1974, en medio de un viaje de mezcalina, alguien le acercó un libro de una secta ufológica llamada «Cultura Racional» liderada por el Mestre Manuel Jacinto Coelho. De un día para el otro dejó las drogas y dedicó todas sus composiciones a la doctrina. Editó entonces los dos volúmenes de Tim Maia Racional, su obra cumbre. Pero su experiencia “racional” terminó mal, muy mal. Una noche Maia descubrió infragantí a su esposa con el mismísimo Mestre Miguel Coelho, y su mundo se le vino abajo. Una vez más. Para finales de los setenta, volvió a las drogas y los malos hábitos. Lamentablemente, a la música disco. Pero su legado ya era enorme.

Maia murió a la altura de su mito. El 15 de marzo de 1998 dió un recital en Niteroi, la ciudad hermana de Río que queda cruzando la bahía de Guanabara. En medio de un tema, se descompuso arriba del escenario y cayó fulminado. Tim Maia, mezcla de Pomelo, Barry White y líder espiritual new age, que con su voz, carisma y talento musical, cambió la historia de la música brasilera.

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