Por Heloisa Marshall @heloisamarshall
Arte portada Zonagirante Estudio
Nota del editor: Heloísa Marshall, cantante y compositora brasileña, destaca por su particular voz y la capacidad de expresar emociones en pocas frases. Su álbum, Notas pro Apocalipse, grabado en un home studio, fusiona géneros como pop, MPB, trap, electrónica y rock. Este trabajo no es solo musical, sino que actúa como una banda sonora del colapso climático, incorporando datos científicos sobre el daño ambiental, junto a momentos de humor e ironía. Hemos invitado a Eloísa a escribir sobre Ser mujer en la música y nos ha enviado una nota muy interesante. Hemos decidido publicarla en su versión original (portugués) y en español, para el disfrute de comunidades latinoamericanas solo distanciadas por el idioma.
Versión en español:
Ser mujer es lidiar con cómo las personas lidian conmigo. En el mundo de la música, eso significa que debo lidiar con cómo perciben a una mujer de mi edad y apariencia cantando sola en un escenario, y fuera de él también. Esto puede ser bueno y maravilloso, pero todos sabemos que existen otros aspectos. Existir en una esfera predominantemente masculina, como es el caso de la música, exige de mí un entendimiento de las diversas capas de percepción que pueden existir sobre mí. También me corresponde lidiar con ellas.
Normalmente, cedo. Es agotador pensar en cómo me perciben, cómo me entienden o no. Prefiero entenderme como persona antes que como mujer, necesariamente. Desde pequeña he tenido una aproximación personal a la no binariedad, lo cual ahora reconozco. Si soy mujer y eso influye en mi vida, surge en cómo me tratan, por eso veo la mirada del otro como un tema de interés, no porque me importe particularmente la opinión ajena.
Noto que hago más que muchos hombres que conozco. Canto, compongo, produzco, mezclo y masterizo la mayoría de mis canciones. En algunas también hago la portada. Planifico el lanzamiento. Realizo diversos trabajos, además de estos que mencioné. Aun así, muchas veces noto que he ganado la misma notoriedad que hombres que solo hacían una de las cosas que yo hacía, o en otros casos, hombres que hacían menos que yo pero querían el mismo reconocimiento.
La percepción de mi trabajo también es relativa. Siento que para ser validada, en muchas instancias, tuve que hacer mucho más que otros hombres, incluso para mí misma. La autovalidación de mi propio trabajo y proceso fue mucho más difícil que lo que entrego a los hombres.
El machismo está dentro de todos nosotros, por lo tanto, yo también soy víctima – o culpable – de validar más a los hombres que a las mujeres. De exaltar más el trabajo masculino que el femenino. De reconocer la fuerza y potencia del trabajo más en ellos que en ellas. Sería hipócrita si no lo admitiera. El machismo internalizado es algo con lo que lucho, intentando remediar sus manifestaciones, haciendo un trabajo activo de observar con más cuidado, atención y discernimiento cuando se trata de una mujer o una persona disidente de género.
La cuestión de género – y si realmente soy mujer – sigue siendo una interrogante. Muchas veces entro en esa espiral profunda y me encuentro con una respuesta ambigua. Sí, hay una respuesta para mí, pero lo más importante es cuestionar esa pregunta. ¿Por qué necesito elegir un género? ¿Por qué debo definirme por esta ecuación? Siempre digo que para mí, la pregunta “¿cuál es tu género?” es como preguntarle a alguien que acaba de llegar a la ciudad “¿cuál es tu equipo de fútbol?” (imaginemos que esa persona ni sabe qué es el fútbol, por lo que nunca pensó que hubiera dos equipos para elegir y que debía escoger uno como el suyo).
Volviendo a la pregunta «¿cómo es ser mujer en la música?», creo que he presentado factores que afectan mi existencia en este ámbito. La esperanza es lo último que muere y, muchas veces, encuentro personas que logran ver más allá del género y percibir el talento, el trabajo, el esfuerzo y el arte que hay detrás de la música que hago. La construcción del mundo que queremos existe y se hace ladrillo por ladrillo, con varias manos. Cada paso y cada actitud hacia eso crea un mundo nuevo cuando se lleva a cabo, guiando posibles alternativas sobre cómo podemos convivir y cohabitar en esta esfera.
Version en portugués:
Ser mulher é lidar com como as pessoas lidam comigo. No mundo da música isso significa que preciso lidar com como as pessoas lidam com uma mulher da minha idade e aparência cantando sozinha num palco – e fora dele também. Isso pode ser bom e maravilhoso, mas todos sabemos que existem outros lados sobre isso. Existir em uma esfera predominantemente dominada por homens, como é o caso da música, exige de mim um entendimento das diversas camadas de compreensão que podem existir sobre mim. Cabe a mim, também, lidar com elas.
Normalmente eu desisto. É exaustivo ficar pensando em como me percebem, como me entendem ou não. Prefiro me entender como pessoa do que como mulher, necessariamente. Já possuo uma abordagem pessoal de não binaridade desde criança, hoje percebo. Se sou mulher e isso interfere na minha vida isso surge em como lidam comigo, por isso trago o olhar do outro como assunto de interesse, e não porque me importo particularmente com a opinião dos outros.
Noto que faço mais que muitos homens que conheço. Canto, componho, produzo, mixo e masterizo a maioria das minhas músicas. Em algumas faço a capa também. Planejo o lançamento. Faço diversos trabalhos, além desses que mencionei. Ainda assim, muitas vezes noto que ganhei a mesma notoriedade de homens que só faziam uma das coisas que eu fazia. Ou, em outros casos, homens que faziam menos que eu mas gostariam do mesmo reconhecimento.
A percepção do meu trabalho também é relativa. Sinto que para ser validada, em muitas instâncias, eu tive que fazer muito mais que outros homens. Até para mim mesma. A autovalidação do meu próprio trabalho e processo veio muito mais dificilmente do que o que eu consigo entregar para os outros homens.
O machismo está dentro de todos nós, portanto eu também sou vítima – ou culpada – de validar mais os homens do que as mulheres. De exaltar mais o trabalho masculino do que o feminino. De reconhecer a força e a potência de trabalho mais neles do que nelas. Eu estaria sendo hipócrita se não admitisse. O machismo internalizado é algo com o que eu luto, tentando remediar as suas manifestações, fazendo um trabalho ativo de olhar com mais cuidado e atenção e discernimento quando se trata de uma mulher, ou uma pessoa dissidente de gênero.
A questão de gênero – e se eu realmente sou uma mulher – permanece como uma indagação. Diversas vezes entro nessa espiral profunda e me encontro dentro de uma resposta ambígua. Existe, sim, uma resposta, pra mim, mas o mais importante é questionar essa pergunta. Por que eu preciso escolher um gênero? Por que eu preciso estar definida por esta equação? Sempre digo que, pra mim, a pergunta “qual seu gênero?” é que nem perguntar pra alguém que acabou de chegar na cidade “qual teu time de futebol?” (imaginamos aqui que essa pessoa que acabou de chegar na cidade nem sabe o que é futebol, portanto nem nunca imaginou que haveria dois times para escolher e que ela deveria escolher um para ser o seu).
Voltando para a pergunta “como é ser mulher no meio da música?” acho que apresentei fatores que afetam a minha existência nesse meio. A esperança é a última que morre e, muitas vezes, consigo encontrar pessoas que conseguem ver além do gênero e enxergar o talento, o trabalho, o esforço e a arte que há por volta de uma música que faço. A construção do mundo que queremos existe e é feita tijolo por tijolo e por várias mãos. Cada passo e cada atitude em direção a isso cria um mundo novo quando é feita, norteando possíveis alternativas pra como podemos conviver e coabitar nessa esfera.