Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante

Arte portada Zonagirante Estudio 

Sí, nuestras playlists están en Spotify. Actualizadas, cuidadas, con cariño, con paciencia. Y sí, sabemos que Spotify no es el paraíso prometido. Tampoco es el demonio con cuernos que algunos pintan. Es simplemente… Spotify: una corporación que quiere que creas que te ama mientras te cobra el doble por el café y te deja migajas del pastel. Para muchos artistas independientes, Spotify se ha convertido en una plataforma esencial pero también polémica.

No, no estamos haciendo una cruzada moral. Pero tampoco somos ciegos. Cada semana nos topamos con artistas que prefieren no subir su música a la plataforma verde por razones más que válidas: pago miserable por stream (¿$0.0034 por escucha? ¿En serio?), algoritmos que premian el bostezo predecible y castigan la rareza, y nuevas reglas que básicamente dicen “si no tenés más de 1.000 streams, no cobrás nada”. Las cifras que Spotify ofrece a los artistas independientes no reflejan el esfuerzo invertido.

Vamos por partes: si eres artista emergente, Spotify te pone la tarima… pero te esconde las luces. Si tenés un hit viral, sí, quizás te llevás unos dólares. Pero si hacés canciones sinceras, arriesgadas o con espíritu de garage y corazón latino, probablemente la maquinaria te pase por encima mientras reproduce reguetón diluido en 4K.

¿Soluciones mágicas? Ninguna. Pero estrategias, sí: usar Spotify como lo que es —una vitrina, no un templo—; incentivar a tu público a seguirte en Bandcamp, YouTube, Audiomack o, mejor aún, en un newsletter que no dependa de un robot para llegar. Y sobre todo: construir comunidad, no solo oyentes.  La relación entre Spotify y los artistas independientes merece ser replanteada: quizás sea hora de buscar alternativas, exigir transparencia  o, al menos, no tragarse el discurso corporativo sin masticarlo.

Así que no, no es una invitación al boycott. Tampoco es una oda resignada. Es una advertencia con cariño: si vas a vivir en Spotify, al menos que no te conviertas en lo que ellos quieren que seas. Porque, spoiler: Spotify no es tu jefe. Ni tu papá. Ni tu padrino.

Es solo una herramienta. Úsala, no dejes que te use.

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