Por José Gandour @gandour

Somos todos adultos, ¿verdad? Según nuestras estadísticas, Zonagirante.com tiene visitantes preferencialmente universitarios y post universitarios, y no creo que exageremos cuando sospechamos que el 99% de la audiencia que tenemos supera la mayoría de edad. Igual, para curarnos en salud, avisamos: aquellos que no superen los dieciocho años de edad deben abstenerse de seguir leyendo esta nota, sabiendo que si continúan sin permiso de sus padres, no podrán acusarnos de haberlos incitado a actos indecorosos ni a tener citas involuntarias con el diablo. En fin, hecha la advertencia, podemos continuar. A partir de este momento, relájense, libérense de su ropa incómoda y compartan con nosotros una discusión (con material didáctico incluido) un poco más compleja de lo que sospechan: ¿Hacer videos musicales con contenido sexual explícito es realmente positivo?. Por encima de las barreras morales y las prevenciones obvias de una sociedad conservadora como la nuestra, ¿hacer piezas con contenido pornográfico para promocionar las nuevas canciones que queremos sean populares es un ejercicio que  vale la pena?

El tema surge entre nosotros con la publicación del nuevo clip de Megalomania, tercer sencillo del próximo disco de la banda de hard rock chilena Aisles. El trabajo en mención es una pieza de un poco más de siete minutos que se siente más como un cortometraje cuya banda sonora solo consta de una canción más que un video musical promocional habitual. Es una labor audiovisual ardua, que, al menos así parece, parece costosa y que acude a actores poco conocidos en el ambiente internacional para dramatizar una historia de violencia, amistad, dudas y mucho sexo, con desnudos y acción física evidente. El lente sobrepasa algunos límites y hace suponer que la acción que se lleva a cabo frente a la cámara es real . Sobrepasa el límite establecido por Youtube (empresa con momentos demasiado conservadores, pero que no desperdicia la oportunidad nunca de ganar algo de dinero frente al posible escándalo), y por ello se ve sometida a una regla que me parece ridícula: El video es admitido en la plataforma, pero impide que si un medio cualquiera (nos ocurrió a nosotros en Zonagirante.com) tome los códigos y decida compartir su visualización en sus espacios. Como notarán, por ello hemos acudido a Vimeo, una compañía de corte mucho más liberal, para poder exhibir en esta nota los videos citados.

Aisles – Megalomania from Bernardo Quesney on Vimeo.

La mayoría de las redes sociales son bastante quisquillosas con estos asuntos. Hace unos meses compartimos un volante de promoción de alguno de nuestros artículos que habíamos ilustrado con una serie de imágenes de Eadweard Muybridge, un reconocido fotógrafo británico del siglo XIX, especializado en detallar el movimiento de los cuerpos. Habíamos acudido a las instantáneas de un hombre semidesnudo saltando una valla. Apenas el pecho descubierto y poco más. Fuimos bloqueados en nuestra página particular en Facebook por usar «imágenes indecentes». Al rato nos enteramos que un amigo, que anunciaba su curso de apreciación del arte contemporáneo, había usado el cuadro La Libertad guiando al pueblo, hecho por Eugène Delacroix, y recibió el mismo castigo que nosotros, ya que, como recordarán, la protagonista de ese histórica pintura, sale con los pechos descubiertos, liderando al pueblo francés hacia la revolución. En fin, ¿cuántas veces no escuchamos que un par de pezones, y más si son femeninos, sulfuran a los censores de Mark Zuckenberg y sacán sus tropas para bloquear cualquier referencia al respecto, en defensa de nuestros vulnerables valores morales y espirituales?. Y a la vez, ¿cuanto material de odio racial, político, religioso y social se permite circular por ahí, para proteger a los extremistas de turno que atacan los principios democráticos?

Pero no nos desviemos, volvamos a los videos musicales subidos de tono. Otro que pasa por un filtro similar al impuesto a Aisles es Miami SM, de la agrupación venezolana La Vida Boheme. Claro la banda la tenía clara desde que arrancó con el proyecto, y más con la presencia de la cada vez más aclamada pornstar LaSirena69, una compatriota que ha ido escalando posiciones en el ranking de preferencias de Pornhub y otros portales especializados, por su exhuberante y evidente belleza y porque no ha sido nada tímida en el desarrollo de su carrera. Miami S&M, hay que decirlo, es un paquete completo y divertido. Es una canción rockera que revienta en cualquier ocasión en la que suene, ya que su letra contagia al oyente y tiene un ritmo inevitable para la danza. Esta es una tonada que merecía el mejor clip posible. Y lo consigue, porque la labor no solo tiene a Antonella Alonso (nombre registrado en el documento de identidad de la actriz invitada, quien, por cierto, es sobrina de la antaño famosa María Conchita Alonso), sino por que, como ha sucedido en la mayoría de las ocasiones que la agrupación caraqueña ha decidido presentar material audiovisual, el trabajo fotográfico y de edición es impecable. El guion es ingenioso y cuenta una historia que seguramente se ha dado en varias ocasiones entre inmigrantes latinos en Estados Unidos en tiempos de las tiendas digitales y la fácil y práctica venta de material erótico por internet. Eso si, hay dos versiones de este clip: la explicita, pero disimulada con una audaz animación que apenas da pie a la imaginación, pero que deja sin argumentos a los interventores de las plataformas y redes sociales, y la que va, con todo al frente, que sólo se puede ver en el Onlyfans de La Vida Boheme, pagando un módico precio. Sin temor a que nos califiquen de morrongos, preferimos la versión animada. Lo otro lo podemos ver en cualquiera de los trabajos de LaSirena69 en XVideos o XNXX.com, de forma gratuita.

Pero volvamos a la pregunta original: ¿El porno es un arma válida para publicitar la nueva música? Igual, desde que comenzamos a escribir esta nota, sentimos asomados sobre nuestros hombros los críticos de los géneros urbanos, aquellos que se ofenden con facilidad con el movimiento atrevido de unas nalgas frente a la cámara con las grabaciones de cualquiera de los artistas más populares del momento, tipo Bad Bunny, Maluma o J Balbin. No confundamos: Cualquiera puede hacer twerking ante el registro de un celular y poner con ello a suspirar a más de un despistado, pero hacer porno parece ser obra de gente más audaz. El reggaeton todavía no cruza fácilmente esa frontera, aún quiere ser picante en el lenguaje (y hasta misógino en sus mensajes) pero es temeroso ante la verdadera acción. El porno, en este tipo de oportunidades, nos guste o no, quiere contar historias que desestabilicen al espectador y, para ello, asume la censura como un riesgo, poniendo en tela de juicio a quienes los juzgan. No veo al bobo de Yatra ni al insoportable de Luis Fonsi, jugándose el cuero y rompiendo con el esquema de la chica en bikini en el yate de turno.

Somos todos adultos y cada uno ha consumido algún tipo de porno en su vida, aunque a la hora de comentarlo entre amigos y conocidos seamos discretos. Tampoco se trata de comenzar siempre la conversación hablando de lo bien que Verónica Leal, la mejor representante que tiene Colombia en la industria del cine adulto en Europa, ejerce sus labores amatorias, o acerca de los premios AVN, los Óscares del porno internacional. El debate no va por ahí y reconocemos que, luego de varios minutos, cualquier material de fuerte contenido erótico se puede volver tan aburrido como un documental sobre cómo se ejercía la odontología en territorio checoslovaco en los años sesenta. Series como Bruna, Sexo/Vida, Elite, Tu, yo y ella y Masters of Sex, entre otras, han demostrado por su popularidad gracias al buen manejo que le han dado a sus escenas voluptuosas. Nadie dice que eso es porno, pero nos gusta cuando este material corteja los límites y nos hace sentir un tanto incómodos mirando la pantalla.

A la hora de la verdad, estamos en los tiempos en los cuales, a la hora de romper fronteras, todo es posible, si logra llamar la atención el tiempo suficiente para que alcance a ser una buena discusión y dé realce a la obra presentada. Luego, en otra ocasión, podemos discutir sobre toda la podredumbre que rodea la industria erótica, y la innegable explotación de aquellas que son abusadas en ese ambiente, pero por el momento, esto solo se trata de saber si las presentadas son piezas dignas de admiración o no. 

La Vida Bohème: "Miami SM" (2020) from Otto Scheuren on Vimeo.

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