Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante

Es evidente que si me inventé este sitio hace veinticinco años, después de colaborar con algunos medios impresos como El Tiempo, El Espectador, La Prensa y Suburbia (y alguna vez, mientras viví en Argentna, Página 12), era por mi adoración a la música y porque disfrutaba escribir al respecto (ya si lo hago bien o no, es discusión para otro momento). ¿Y qué estaba haciendo alguien graduado en Ciencias Políticas y Sociología, elaborando reseñas de discos y entrevistando artistas? La verdad es que siempre me apasionaron los hechos y las circunstancias de la política, pero la música, y especialmente el rock, en aquel momento, me emocionaban más. Nunca toqué un instrumento y cuando canto mis amigos me piden que pare, pero la música era (y es) lo mío. Pero, para no desmerecer mis estudios, también comprendí, desde entonces, cómo el arte hacía parte vital en los movimientos sociales, cómo marcó y cambió las tendencias vigentes, el sonido y la imagen de lo que se estaba viviendo, y de donde salieron los himnos de cada época que retumbaron en las protestas y en las celebraciones, generación tras generación. A mi me gusta mezclar política, sociedad y resonancia en muchos de mis escritos. Lo disfruto. 

Claro, lo que hago no me hace, ni mucho menos, más popular ni más leído. Además, como dicen por ahí, la gente lee cada vez menos. Y, por otro lado, por la irresponsabilidad y la banalidad de algunos, la música se ha convertido para muchos en ruido de fondo, algo que no notaríamos si no le suben el volumen, ni siquiera si se repite en formato loop por siempre jamás. Yo, viejo quisquilloso, huyo de quienes me responden, a la hora de preguntar qué tipo de música les gusta, «ay, de todo» (cuando lo único que oyen es la radio y sus éxitos). Eso quiere decir, claramente, que no les importa la música, que no sienten que les ha marcado un ápice en su vida. Y está bien, cada uno tiene sus propios intereses, pero yo sigo, por mi lado, escapando de esos personajes. Yo sigo lagrimeando cada vez que escucho la versión de Waltzing Matilda de Tom Waits, me acuerdo de la exnovia que más quise cuando suena Me siento mucho mejor, de Charly García, y tengo marcado el momento en que oí por primera vez Come Together de Primal Scream, en medio del jolgorio, en Barbie, antro localizado en el norte de Bogotá, y cuyo dueño y dj era Héctor Buitrago, de Aterciopelados. Igual, soy de los que se siente agradecido por hechos tan diferentes como que una canción, Grándola villa morena, fue la señal para iniciar la revolución de los claveles, hace cincuenta años en Portugal, asi como cuando Dillom versionó Señor Cobranza en el último Festival de Cosquin, haciendo saltar a miles, evidenciando la rabia que tiene buena parte del pueblo argentino contra el gobierno actual. La música puede mover montañas y de eso me gusta hablar. 

Creo haber repetido bastantes veces aquello que dice que, al ejercer estas labores, lo más responsable que puede hacer uno es ser cronista de su tiempo y de su espacio. Por ello Zonagirante.com se dedica a cubrir, a su manera, lo que pasa con los sonidos latinoamericanos. No por ello dejo de escuchar muchas de mis bandas favoritas provenientes del ámbito anglosajón y decir cosas como que Going Black Again, de Ride,  es uno de mis cinco discos favoritos de toda la vida, que gran parte de mi felicidad frente a los parlantes se la debo a New Order, o que algunos incidentes de locura juvenil tuvieron de fondo las tonadas de Godfodder, de Ned´s Atomic Dustbin. Si tuviera un bar lo llamaría Hope Sandoval, como la bella cantante de Mazzy Star, y la primera canción que haría sonar en dicho lugar sería Just like Honey, de The Jesus and Mary Chain. Pero mi interés, a la hora de hacer periodismo musical, es meterme a fondo con lo que sucede en este continente (y donde se halla establecido la diáspora que han generado todos nuestros conflictos).

Mi interés es América Latina, no sólo por vivir acá y sentir siempre que este es nuestro gran barrio. También es porque, evidentemente, lo que pasa en estos lados, y no sólo en los renglones comerciales, puede marcar la pauta en el sonido global. Es labor de todos los días de Zonagirante.com hacer notar que aquí suceden cosas grandes. Que, por más que nos invadan constantemente con lo que hablan y entonan artistas notables americanos y europeos, a los que no les vamos a negar su valía, no podemos olvidar qué pasa a nuestro próximo alrededor. Ya no somos, como sucedía hace mucho tiempo, segundones, ni copiadores seriales de lo que sucede en «el primer mundo». Yo no veo qué tiene que envidiarle, musicalmente, el álbum Pez, de Rubio, a lo que ha publicado Lorde. Lo mismo puedo afirmar a la hora de escuchar Ángel Malo, de Entrópica, o Malegría, de La Reyna Tropical. Veo que, por el lado del hip hop, hay representantes notables como N. Hardem, Tsh Sudaca y Comida para Llevar, que tienen el mismo potencial para cautivar masas que muchos nombres ya conocidos como Wos y Trueno. Hay bandas de rock que no dudo que tienen los elementos para cautivar a una masiva audiencia por aquí y más allá de nuestras fronteras. Para eso, como botones de muestra, puedo citar a Slowkiss, normA y Mad Tree. Si, mi interés es ese, pero a veces todo esto parece ser una diatriba llena de gritos contra el furor de los huracanes. 

En pocos países latinoamericanos los grandes medios hablan de manera contínua de su talento local. Y cuando lo hacen, su motivación es el chisme o el dinero. ¿A qué reportero le interesa, de verdad, que está retumbando en el vivir cotidiano de los pequenos auditorios y escenarios de su ciudad, si sus notas no suman miles de likes, o un pago generoso de aquellos interesados en mover los eventos? ¿No han notado cómo, en grandes ciudades como Bogotá o Lima, después de todo este tiempo, los artistas de la ciudad son carne de cañón en los grandes conciertos? Hay excepciones, cómo no, pero dicho avance no fue logrado con la ayuda de los empresarios o de las radios de la urbe, fue a pesar de ellos. Y, además, el no generar interés en lo que pasa a pocas cuadras de nuestra casa y de nuestra cultura (que, a la larga, es lo mismo) es perderse y borrar lo que realmente está pasando en nuestra sociedad. Y eso, ya deja de ser periodismo y se vuelve emisión de babosadas. 

Zonagirante.com, después de un tiempo de crisis interna, se está recuperando fuertemente. Hay nuevas herramientas sociales y digitales que nos han permitido crecer y recuperar, poco a poco, el impacto que queremos causar. Queremos y pedimos a nuestra audiencia y a sus amigos que nos apoyen. Queremos pedirles sus donaciones, sus palabras de aliento (y crítica), que compartan nuestro contenido y que, por supuesto, sigan escuchando al talento de este gran barrio. No se confundan, no es cuestión de lástima. Esta es una petición para engrandecernos todos juntos, y que nuestra música brille aquí y en todo el mundo.

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