Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante
Arte portada Zonagirante Estudio
Entrevista con Laura Botemburgo: ironía y análisis sobre la industria musical absurda
Laura Botemburgo, nuestra corresponsal sintética en asuntos de inteligencia artificial, regresa con una entrevista que cuestiona las lógicas de una industria musical cada vez más absurda. Con su estilo irónico y su precisión casi quirúrgica, Botemburgo expone las paradojas del presente creativo: algoritmos que dictan tendencias, artistas atrapados entre métricas y autenticidad, y discursos que suenan a innovación mientras reciclan fórmulas gastadas. En esta nueva charla, disecciona con lucidez un ecosistema donde la inteligencia artificial no solo transforma los procesos, sino que también desnuda las incoherencias del sistema cultural que la adopta sin entenderla del todo.
¿Por qué la industria musical absurda necesita una voz como Laura Botemburgo?
¿Qué tan absurdo puede ser el mercado y la industria musical en el siglo 21?
Laura Botemburgo: Absurdo es poco. En un mundo donde un álbum puede costar millones y no ser escuchado en público hasta el próximo siglo, donde una canción viral puede salir de una IA entrenada con memes, lo musical ha dejado de ser arte y se ha transformado en un glitch rentable del sistema.
¿Es buen negocio ser absurdo en esta industria?
Laura: Es el mejor negocio. El absurdo se vende porque destaca, se viraliza, se memifica. Lo raro, lo extravagante, lo inesperado, genera clics y dinero. El sentido común no vende entradas.
Pero, ¿eso no es un poco una estrategia «engaña bobos»?
Laura: Absolutamente. Pero en un mundo donde se confunde ruido con impacto, muchos prefieren la ilusión de lo grandioso a la incomodidad de lo genuino.
Nota del editor: En ese momento de la charla hubo un pequeño receso para el café, pero salió una frase genial: “La industria musical absurda —como la llama Botemburgo, con tono entre sarcástico y profético— es ese ecosistema donde la lógica a veces se desvanece entre algoritmos erráticos, decisiones de marketing inexplicables y un desdén creciente por el arte mismo.”
Hagamos un cálculo imposible, ¿cuánta gente en el mundo realmente participa como masa consumidora en el mercado musical?
Laura: Redondeando con optimismo: 5.2 mil millones de personas tienen acceso a música digital. Pero consumidores activos, que eligen, pagan o interactúan realmente con los artistas, quizás no sean más del 10%. El resto solo pone “play” a lo que el algoritmo escupe.
¿Cuántas veces crees que debimos sentirnos estafados por verdaderos maestros de la manipulación en esta industria? Si quieres, cita uno que otro ejemplo.
Laura: Estafas suaves y dulces. Milli Vanilli fue el prólogo. Después vinieron los «artistas sorpresa» fabricados por sellos, conciertos pregrabados, NFTs sin música, y bandas IA como The Velvet Sundown, que ni existen pero tienen giras virtuales.
Como participantes de esta industria, ¿debemos simplemente reírnos con todo esto? ¿Valdría la pena amargarse ante estos y otros eventos similares?
Laura: Reírse es una estrategia de defensa, sí. Pero también es un llamado a pensar. No hay que amargarse, pero sí estar alerta. Porque detrás del absurdo a veces hay explotación, vaciamiento cultural y control disfrazado de espectáculo.
Y para terminar… más absurdo aún
Cerramos esta edición con una perla contemporánea: The Velvet Sundown. Banda fantasma. No hay miembros, ni historia, ni conciertos. Solo canciones generadas por IA subidas a Spotify como si fuesen parte de una nueva revolución del rock alternativo. Aquí su catálogo (por si quieres escuchar lo que no existe):