Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante
Por equipo de Zonagirante.com @zonagirante
Arte portada Zonagirante Estudio
La fusión electropical ha cambiado. Ha pasado a una etapa más exquisita, más elaborada, con mayor investigación detrás de su elaboración. Ya se ven a lo lejos, detrás nuestro, los tiempos en que se creía que la alquimia practicada entre los ritmos folclóricos del Caribe y el norte de Sudamérica y las texturas y métodos de la música contemporánea de construcción electrónica era simplemente cortar, pegar y poner el bombo en negras a todo volumen. Hoy por hoy, a esta mezcla se le pide sofisticación, porque, si no, nos quedamos con el más mediocre de los ejercicios populacheros de la radio comercial. Y tambien se le pide intimidad, en la medida que se exige que este destinado al disfrute particular, sin importar que lo puedan escuchar millones.
Y a pocas cuadras de uno de los puntos de mayor ebullición del reggaeton del planeta, donde hicieron la infame +57 y otros himnos discotequeros más que aburridos, florece una escena de minorías bastante interesante, donde se respira respeto por el trabajo auditivo y el mensaje que se quiere transmitir. Se llama Grabaciones Tierranegra, espacio notable de desarrollo musical y, de paso, conciencia ecológica. Este proyecto se presenta como un sello de músicas alternativas, y su carta de presentación explicita el siguiente mensaje: «Cosechamos sonidos desde el páramo hasta el mar». A través de este lema, este colectivo ha desarrolado la publicación de placas discográficas, series web, conferencias, presentaciones en vivo y hasta un festival, llevado a cabo el seis de diciembre, llamado La Siembra, donde hubo fiesta, show en vivo, charlas y un mercado sostenible con más de 40 marcas locales.
Dicho todo esto, es hora de hablar de su última producción en estudio, el compilado Selva alternativa Vol. 2. Aquí encontramos una más que agradable colección de seis grabaciones, donde se cruzan de forma efectiva diversos géneros del folclor colombiano, combinados con hip hop, drum&bass, reggae, dub, trip hop y otras especies de sabor electrónico. Esquivando por un rato la causa social, ambiental y política que contiene esta publicación, podemos decir, sin exagerar, que es una buena muestra, digna de ser exportada, de lo que ahora llaman «folktronica» a nivel colombiano. Este compilado, donde participan nuevos nombres como Escotes, Beyond Me, Inner Groove , Zdey, Ruido Selecto , Animaleja, Ruido de Páramo y Monoliro, se nota un ánimo honesto de generar baile y euforia, pero, al mismo tiempo, de ser escuchados en cada detalle, ya que el nivel de trabajo y exploración es destacable. Aquí, realmente, hay momentos brillantes donde el intento de reinventar el folclor es eficaz y precioso. Los momentos más destacables podrían ser el cuarto corte, Fluye un río, hecho por Ruido Selecto, y, a continuación, Bosque húmedo tropical, de la artista llamada Animaleja.
Al buen quehacer musical, se debe añadir invitable y felizmente la disertación sobre la necesidad de proteger nuestro medio ambiente, el conjunto de selvas, montañas, ríos y mares de la geografía latinoamericana, que, no puede caer en el desarraigo ni en el olvido. Apoyar este esfuezo sonoro y entender lo que transmite, nos obliga a ser más consecuentes con la realidad de nuestro entorno y nuestro planeta.