Por José Gandour @zonagirante
Escuchar Es el pop, estupida: Vol. 1, de la artista argentina Lisa Scha, genera dos temas para conversar (al menos) en la mente del autor de esta nota. El primero nos regresa a nuestra extensa y casi diríamos que insistente afirmación en la cual aseguramos que lo más interesante del sonido contemporáneo, salvo algunas excepciones, se origina en el lado femenino y de las disidencias sexuales de la escena musical. El segundo punto, que puede ser una continuación implícita de lo afirmado anteriormente, es que el pop de hoy, y más si es hecho en la esfera independiente y autogestionada, es mucho más interesante que lo que se hacía bajo la misma etiqueta hace veinte o treinta años. Les completo la idea: Lo que se propone en el Pop de hoy hubiera sido censurado o menospreciado a finales del siglo pasado, ya que contiene altísimo porcentaje de una rebeldía social y política, antes practicamente inexistente en los circuitos comerciales. Y la desobediencia no sólo viene por el lado del discurso o las palabras utilizadas en la elaboración de la protesta, sino también en la libertad resonante con la que se enfoca cada composición. El Pop de hoy no sólo tiene más recursos tecnológicos para innovar sus texturas, si no que, también, asume su particular sublevación con más atrevimiento que, por supuesto, el rock. ¿Y quienes, después de muchos años de censura y silenciamiento oficial, tienen más necesidad de contradecir el status quo? Por supuesto, las mujeres y la comunidad LGTBQ+.
Lisa Scha presenta un EP de 4 canciones y apenas 12 minutos de duración, que combina indie pop de letras nada inocentes, sumando a ello elementos de electrónica estridente e irreverente, y pizcas de hip hop altanero. Lo suyo, dicho de manera halagadora, es ruido permanente que combina de manera efectiva con una voz que suma una dulzura muy sensual, con una intensidad indócil. Para entender un poco de que va todo este rollo, hay que escuchar atentamente la letra de Omnisciente, interpretada al lado de Juana Rozas, segundo corte de la placa, donde resaltan las frases:
Quiero ser omnisciente, vivir todas las vidas
Un día ser tu esposa y al siguiente tu asesina
Es tan corto el verano y tengo mucho para actuar
Ahora puedo ser Freud, y al otro día tu mamá
En Femenino Masculino, Scha combina la incertidumbre del amor con las eventualidades de una sociedad hipócrita:
¿Cuál es el amor? El amor soy yo
Hay tanta frase hecha, duele el corazón
Y los verbos tan podridos por la corrección
Los estándares corridos por la corrupción
En la mismísima Argentina hay falsa liberación
Y nadie mira a los ojos porque es un montón
Cuando miran se empalagan y dicen «No sos vos»
En Egoista, fino revoltijo de ritmos y saturaciones con el que cierra esta producción, hay desprecio, resentimiento y despecho, en un lenguaje que corresponde a los tiempos agresivos que vivimos y que las artistas de otras eras no se hubiera atrevido a usar:
Pudiste un día sеr morfina de mi piel
Te lo pеrdiste tú, (Egoísta)
Pensando sólo en ti abriste fuego en mí
Maldito cromañón, (Egoísta)
En resumen: Aquí no hay margen, al menos por lo que vemos en la superficie, para la candidez. Son cuatro tonadas para desatar el baile, invitar a la insurrección cotidiana y, ¿por qué no decirlo?, seguir redefiniendo el Pop, un género que hace unas décadas era un género protegido del sistema, y hoy arma barricadas inesperadas. Lisa Scha es un referente al cual no le podemos perder la pista en 2025 y más allá.