Por José Gandour @zonagirante

Fotos archivo Thaissa.

Un texto introductorio: Escuchamos muchas veces que el mercado musical es injusto, es cruel e ignora mucho talento que merece mayor atención. Afirman bastantes aficionados que muchos y muchas artistas quedan por fuera, aún teniendo buenas voces e interpretar sus instrumentos de manera impecable. Puede ser, es más, yo diría que esta es una industria desalmada que pertenece a los tramposos y a los ricos, pero no me puedo quedar en ese punto, y darle palmadas en la espalda a cada creativo que se queja de no recibir la consideración de la audiencia. Más bien me permito poner en duda, por momentos, el atropello sistematico que pensamos que este negocio contiene. Creo que en este ambiente se repiten muchas fórmulas y son miles los que reiteran y copian lo que algunos exitosos ejemplos han logrado, pero no comprenden que ya, una vez exprimido el modelo, no hay espacio para el asombro. El mal consejo de aquellos «expertos» que sugieren emular y reincidir en lo dicho y hecho por otros tiene posibilidades de triunfo muy menores. Yo creo que, en tiempos de las plataformas digitales se abren especios para lo que podríamos llamar «bellezas inusuales», es decir, lo que proponen los más arriesgados, los más experimentales, las más audaces dentro de su campo. Y ahí es donde creo que viene como anillo al dedo reseñar Anómala, la última placa discográfica de Thaissa.

¿Quién es Thaissa? Thaissa Bula es una música nacida en Brasil, de padre colombiano y madre ecuatoriana, actualmente residente en Bogotá. Su proyecto musical es ecléctico y  fusiona neo-soul con pop, rock, hip-hop, electrónica e influencias latinas variadas. En un momento en el que en la capital colombiana convoca muchas propuestas femeninas que se apoyan principalmente en lo acústico, con mejor o menor suerte, lo interesante de Thaissa (sin ánimo de despreciar a las demás) es que aquí hay gozo con el desorden, con el juego, con lo irregular. Ojo: Los diez cortes que conforman este álbum no se pierden en la incoherencia, más bien buscan una lógica diferente que atrape al oyente sin hacerlo sentir cómodo. Acuérdense: la cómodidad no produce curiosidad, se da por dada y se deja oír sin alterar a nadie. Claro, si usted, aficionado a los grandes hits que se propagan por la radio comercial, puede huir pronto con nuestro total permiso de esta audición, pero si, como casi siempre sucede en estos lares, quiere romper un poco el esquema con el que lo sobrepasan en otros lados, es probabe que este ejercicio lleno de espíritu jazzístico y un refrescante espíritu travieso que cruza esta grabación lo alegre desde el comienzo. 

Thaissa construye melodías inesperadas, le da volúmenes especiales a los bajos y a las percusiones (gran trabajo de mezcla), combina lenguas en su discurso, e intenta (y lo logra) seducir con todo lo proclama, con la forma y el atrevimiento con el que lo hace. ¿Es música masiva? Quizás no, pero si es música que marca caminos, que no pide permisos, que se emociona en la osadía, en el coraje, en ser única. Insisto: belleza inusual, la que verdaderamente trasciende.

Aquí van 36 minutos de música que pueden resignificar lo que sucede en materia musical en la escena independiente bogotana. No hay que temer, lo que sucede es que Thaissa está abriendo una puerta que pocos y pocas se lanzar a abrir, por temor al fracaso. Se los digo, a fuerza de recibir uno que otro reproche: No podemos dejar que este ambiente siga en su letargo, y es mejor quemarse que desavanecerse. Y Thaissa, estoy seguro, que tiene sus mejores días por venir.

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