La agrupación peruana Ni voz ni voto, con veintiun años de historia, llega a su quinta producción discográfica y sigue combatiendo con los viejos demonios de un mercado subdesarrollado y los prejuicios tontos que justifican todos los obstáculos que ellos y otras bandas de su país siguen soportando de los principales medios de comunicación. Igual, como artistas tercos, luchadores y empecinados en sacar su carrera adelante, se las ingenian para combatir todos esos inconvenientes.
Antiamor, su nuevo disco, sigue en la línea de lo que ellos llaman «metal alternativo», pero en esta ocasión sacan aún mejor provecho de la voz de su cantante Claudia Maúrtua, haciendo crecer sus coros de manera notoria, y logrando la suscripción de los oyentes de principio a fin, en una construcción compositiva astuta y atrapante. La madurez de las dos décadas de peso en la espalda han llegado ademas con la inteligencia para poder buscar otros públicos que no necesariamente están inscritos en la línea del metal tradicional. Es un disco que vale la pena escuchar.