Por José Gandour @gandour – Fotos de archivo

Quizás por las turbulencias vividas en nuestras últimas semanas o por simple descuido, se nos había pasado reseñar este material de archivo lanzado en el mes de agosto, y grabado originalmente el 9 de febrero de 2002 en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Se nos había pasado por alto dedicarle unas palabras a este buen registro de Gustavo Cerati en formato orquestal, el álbum 14 episodios sinfónicos.

Un año antes Cerati había lanzado 11 Episodios Sinfónicos, un disco en vivo grabado en el Teatro Avenida de Buenos Aires. En esa ocasión, Cerati interpretó algunos de sus mejores temas originalmente ejecutados con su banda, Soda Stereo, y otras composiciones tomadas de su álbum solista Bocanada. Ese disco había sido recibido originalmente como un momento de experimentación del artista, quizás un lujo que solamente los ídolos consolidados pueden darse, una etapa que algunas grandes estrellas mundiales consiguen asumir con distinta suerte, no siempre la mejor. En este caso el compilado se volvía un momento notable de su carrera, de colección para sus mayores fans, más no el instante más cercano a la cúspide de su vida. Visto dos décadas después, es interesante notar que la idea general  y la ejecución debían madurar para lograr su mayor notoriedad. Y la brillantez se dio en México.

A estas alturas, sin caer en la excesiva complacencia y admiración por este ícono, nos atrevemos a decir que fue adecuado y preciso haber recogido esta grabación de la bodega de los recuerdos y ponerla a disposición del público. ¿En qué se diferencia esta edición frente al registro inicial? Bueno, comencemos con lo obvio: Son 3 canciones más: Hombre al agua, Fue (de su etapa grupal) y Lisa, tema incluido en su disco Amor Amarillo, y que, a la larga, resultó el momento más conmovedor de este concierto. 

 

Otro punto a distinguir es Cerati fue la participación de  la orquesta Camerata de las Américas, que hace posible en la interpretación ese aroma palpable de «mexicanidad»  que tiene cada una de las ejecuciones, siempre bajo la dirección de Alejandro Terán. Hay una textura adicional frente al material original que condimenta la sonoridad en vivo, cargando de preciosidad cada uno de los cortes incluidos. Se nota que el artista se siente más confiado en la parte vocal y por ello logra dar giros llamativos al canto de sus letras. Esta es la consolidación de un proyecto que se presentó inicialmente bajo la premisa de un ejercicio lleno de curiosidad y resonantes pruebas y que no tenía convencido del todo al oyente en su exposición inicial.

Como novedad, se añade a esta presentación un contenido audiovisual que añade atractivo al producto: un Extended Reality Video diseñado especialmente para acompañar cada tonada de manera diferente. Dependiendo del dispositivo en que se vea, proporciona al usuario una experiencia inmersiva distinta: desde un móvil, es AR (realidad aumentada); desde cualquier computador, un video 360º; y con las gafas Oculus, es VR (realidad virtual). Igual, mientras logran tener acceso a estos artilugios, cierren los ojos y vuelvan a disfrutar de la obra sonora de este genio recordado, que, a estas alturas del juego, tendría 63 años si estuviera físicamente entre nosotros.

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