Por José Gandour @zonagirante

¿Quién es Alejandro Meola?

Vamos desde el comienzo: Nació en Miami, creció en Buenos Aires, donde, en 2010, lanzó su primer disco llamado Santos bonaerenses, y en 2013 presentó su segunda placa, 25.102.Rayos!!!,  A los pocos meses de hacer dicha publicación se estableció en Nueva York, donde, al comienzo, como advierte en sus datos biográficos, tocó en diferentes cafés del East Village covers de Muddy Waters, Robert Johnson, Smokey Robinson, Nat King Cole, Sam Cooke, Temptations y The Meters. Acto seguido grabó en inglés los sencillos Black Feathered Angels y Please. En 2015, de manera totalmente autogestionada, edita su Ep First Impressions, con el cual obtiene la atención de medios especializados norteamericanos, europeos y japoneses. Tres años años más tarde, acude a la estética sonora lo-fi, para grabar un nuevo álbum, Blue Whale, armado, como él mismo explica, «con un rudimentario compendio de micrófonos, softwares, parlantes, baterías midi, la guitarra y un poster de John Lennon aferrándose a la pared». Un año después presenta La inmigración, donde vuelve a cantar en castellano, y regresa a Argentina para una serie de recitales, para luego continuar con una gira que abarca las principales ciudades de Estados Unidos, y en 2022 emprende un tour por Europa, incluyendo fechas en Barcelona, Londres, París, Madrid y Berlín. Y ahí es donde llegamos a 2023, 4 de junio, día en el que estrena su nueva ficha discográfica, Electro folk.

Meola, en esta ocasión, acude a lo básico para producir 5 sensibles tonadas, que suenan a viejo blues, al folk de toda la vida y a una evidente y bien recibida pizca de esencia latina. Lo suyo es tan descomplicado como encender su amplificador, tocar su negra Fender Stratocaster,  y hacer buen uso de las reverberaciones en su canto, y ya. Sus letras hablan de desamores, viajes, y más desamores. El formato solitario, con la necesidad de tan poco en escenario, contribuye a esa imagen de músico que acude a la intimidad para contarle a su público todas sus desventuras, las que puede vivir cualquier ser humano, pero, en este caso, hechas con un extraño y fascinante tono que combina el tono porteño con el hablar cotidiano neoyorkino. Todo es directo, simple y seductor, para que el quiera entender (y conmoverse), pueda hacerlo sin quebrarse la cabeza. Cualquiera, en algún momento de su vida, puede identificarse con la quebradiza voz de Meola cuando dice, por ejemplo, en su canción Union City:

«Pero estoy cansado de hablar de amor,

cansado de hablar de vos y yo

y de todo lo que pudo ser distinto

(Nada pudo ser distinto)».

En fin, no estaría mal escuchar y repetir varias veces en el estéreo los casi 19 minutos de buenos y preciosos lamentos que Alejandro Meola acaba de lanzar. Electro Folk puede aliviar perfectamente una tarde triste de nuestras vidas. 

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