Por José Gandour @gandour

El estrépito de banda de cochera, aún en su mejor ejecución y momento, tiene muchos críticos, odiadores de toda la vida. Algunos de nuestros mejores amigos y familiares destapan su peor textura corporal cuando, de repente, en el estéreo, sin advertencia alguna, suena algún tipo de grabación de calidad lo-fi, con cuerdas eternas que van formando capas y capas en el aire, penetrando los oídos de propios y extraños sin permiso, como si de un pequeño pero incisivo taladro se tratara. Detestan cuando, adicionalmente, las voces que acompañan este tipo de interpretaciones, más cuando se ven envueltas en amplias reverberaciones, haciendo un tanto difícil la comprensión de los textos que transmiten. Y si uno les habla de cuanto requiebro y timidez hay en estas manifestaciones musicales, les invade un salpullido extraño que roza con su reacción frente a lo que en su vida social y cotidiana les ofende. Yo, al contrario, debo confesar que vuelvo a la feliz adolescencia cuando oigo por primera vez cualquiera de estas bandas que se identifican con la etiqueta «shoegaze», con las guitarras densamente retroalimentadas, ruidosas y a la vez melódicas, intoxicadas por efectos de pedales de  flanger, reverb o chorus, creando atmósferas psicodélicas y espaciales en las cuales uno puede estar hundido, con la mirada perdida, durante horas. Por eso celebro la llegada de Mixtape negro, la segunda placa discográfica del trío chileno Chico Bestia, bajo el sello SurPop.

Mixtape negro es un corto compilado de cinco canciones, que apenas supera los diecinueve minutos de duración, por lo que es fácil caer en la trampa de repetir su audición de inmediato, con ganas de entender todo el proceso resonante por el que acabamos de pasar, más si quien escucha siente curiosidad de cómo se elaboró cada sonido ahí expuesto. Igual, no se imaginen, antes de hacer play por primera vez, que se enfrentan a un conjunto de piezas complejas e incomprensibles. En medio de la maraña de pequeños alborotos y zumbidos que hacen parte de toda esta estructura musical, lo primero que se respira es la preciosura de su alma primaria. Este es un trabajo hecho con afecto, honradez y ternura, haciendo de la estridencia su arma más honesta para presentarse frente a la audiencia.

Chicho Bestia es una banda en crecimiento que trabaja con un pequeño sello independiente en el fin del mundo. Por ello, quizás se tarde en llegar a los escenarios más grandes del planeta. No importa. Publicaciones como Mixtape Negro merecen ser escuchadas en cualquier parte del planeta con detenimiento por aquellos que andan, sin necesidad de grandes titulares en las revistas más importantes, ni los expertos más reconocidos. Esta es música hecha para reivindicar nuestro aprecio al ruido original, el que nos alentó a conversar sobre música con nuestros compañeros, sin acudir a grandes luces o marquesinas de colores, aquel que quizás sonó alguna vez en algún garaje en nuestro barrio una tarde de sábado y que hemos extrañado desde entonces. 

 

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