Por José Gandour @gandour

Otra confesión de errores de juventud: Durante mucho tiempo detesté el jazz. Bueno, hay que decir algo: muchas veces nos alejamos de algunos géneros musicales (y, en general, de ciertos movimientos culturales) por el tipo de personas próximas a nosotros que las promocionan. El ambiente jazzístico bogotano de aquellos tiempos era demasiado pretencioso, excesivamente academicista, respirando desprecio por todo el sonido popular y más por el rock. Puesto así, era poco atractivo meterse en esos círculos. Claro, por prevenido, me perdí de muchas cosas que solo desde hace pocos años he ido comprendiendo y aceptando. Y parte de ese proceso lo he venido asimilando gracias a su feliz convivencia, con muchos ejemplos, con el hip hop. 

En ese tipo de matrimonios sonoros, cuando han logrado su objetivo, hay armonía total, porque, en muchos casos, se unen para contar historias cercanas, relatos urbanos en los cuales quien se relaciona con lo que suena siente que todo lo que se expande en el parlante también le pertenece, también habla de su propia vida. Sigue habiendo una búsqueda virtuosa y rigurosa de la ejecución instrumental, pero se vuelve más amable para el oído contemporáneo cuando tiene esa cadencia callejera, ese flow que invita a sentir la narración y encontrar en ella la sensualidad natural que genera el movimiento corporal cuando suena la música. La unión entre estos estilos no es una fórmula nueva, se ve desde hace cuarenta años desde los primeros sampleos que conseguían los productores de hip hop de los viejos discos de be bop, hard bob y cool jazz, entre otros precintos, para incorporarlo a sus grabaciones, pero, hay que decirlo, cada vez que consiguen juntarse, hay magia en el aire y hay esperanza en el estruendo futuro. 

El último ejemplo de ello nos lo trae desde Santiago La Brígida Orquesta. formada por experimentados músicos de la escena musical chilena. Aquí hay integrantes de agrupaciones como Mapocho Orquesta, Como Asesinar a Felipes, Conchalí Big Band y Newen Afrobeat. Ellos estrenan nuevo material, un Ep titulado Antípoda, un compilado de 5 temas, con una duración total de 25 minutos. Es un trabajo loable, captado en estudio con la delicadeza, pero a la vez, la libertad necesaria para que se exprese como si saliera de cualquier cuadra de cualquier barrio de este lado del mundo, sin alejar a los menos entendidos y, más bien, impedir el exceso de pomposidad de otros, que se presentan más expertos en la materia.

Antípoda es un disco abierto a ser escuchado por cualquiera sin ningún tipo de precaución. Se los pongo así: Puede darle alivio a quien quiere limpiar sus oídos de regreso a su casa después de una fiesta pesada, y puede acompañar a quien acuda a sus audífonos para alejarse del ruido del transporte público a la hora de ir al trabajo. Eso si, no se confunda: No es material de meditación, nada parecido. Los textos son fuertes, en extremo sinceros y hablan de las cosas cercanas a la vida cotidiana, con la poesía suficiente para sensibilizarnos y meternos en la película, comprendiendo poco a poco que, posiblemente, ellos estén narrando nuestras emociones íntimas, nuestros temores, nuestros torpes acercamientos al amor. Lo dicho en el título de esta nota, esto es exquisitez urbana, y nos llega en buen instante, justo para refrescar el repertorio y nuestros listados tradicionales. Es un EP para escuchar repetidas veces y luego compartir, sin caer, esperamos, en las resistencias que nos generan las etiquetas iniciales que describen este maravilloso material.

 

Compartir
HTML Snippets Powered By : XYZScripts.com