Por José Gandour @zonagirante

¿Hacia dónde va el nuevo sonido latinoamericano? ¿Todavía se puede alimentar de rock y, más precisamente, de su área más oscura, las texturas más densas? ¿Se vale retornar a lo que hizo Carlos Santana hace cincuenta, sesenta años, con más peso en las mezclas y más atrevimiento en el discurso? ¿Se puede seguir acudiendo a la necesidad de la contorsión, del baile sudoroso y el aroma de discoteca de pueblo para seguir renovando el esquema musical vigente? ¿Quieren escuchar cómo crece una banda colombiana, reinventando, a su manera, la fusión de ritmos y géneros del continente? Bueno, todas esas preguntas hayan respuesta escuchando la nueva placa discográfica de Sonoras Mil.

La banda de los hermanos Gómez Ossa ha publicado un par de canciones, Dicen que la muerte murió y Calderas Xur, que suman apenas siete minutos y cincuenta y dos segundos, y que, si llegan a los oídos adecuados, pueden expandirse como se lo merece entre la audiencia que busca nueva y buena música. Aquí hay rock, salsa, cumbia, pop, sonidos electro pop, resonancia psicodélica, sabor y mucha fiesta alucinógena. Stoner fusion, así la podría llamar un crítico anglosajón, para explicarle a sus lectores de qué se trata este experimento denso y arrollador.

Volvamos a la imaginaria licuadora donde mezclamos todos los ingredientes que escuchamos en estas grabaciones y el resultado podría ser una criatura hija de las primeras épocas de la Fania All Stars, Mars Volta, cumbia selvática peruana, algunos teclados tomados del underground europeo y pizcas de sesiones de vinilo en los viejos bares del eje cafetero de los años setenta, todos en un viaje de ayahuasca. Podemos estar muy equivocados en la descripción, pero lo que no podemos negar es el poder que irradia esta producción. Ya que difícilmente estas tonadas van a sonar en las radios comerciales de América Latina (ya saben lo asustadizos y anticuados que son sus programadores), los invitados a caer felizmente en un loop permanente durante varias horas con este corto repertorio, a ver si, a punta de tanta bella oscuridad se les van los demonios del cuerpo. 

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