Por José Gandour @gandour

Todos hemos imaginado ese instante cinematográfico en un bar de jazz de esos que muestran en algunas películas sobre Nueva York, Chicago o Paris, ese tipo de locales de permanente media luz y sonidos irregulares de vasos y copas se emiten por todo el salón, donde reside un largo piano de cola y quien lo interpreta tiene la eterna cara de resignación nocturna por siempre respirar aire de nostalgia, una nostalgia que se rompe cuando la voz femenina se impone y hace que todos los presentes (así sucede siempre en los filmes de los cuales les hablo) saquen sus ojos de su veneno líquido y se posen en ella, deseando que sus vidas recuperen las ganas de seguir andando sobre la faz de la tierra. Es posible que en la vida real pocos hayan experimentando ese tipo de escenas, pero estoy seguro que más de uno sentirá algo parecido apenas escuche a los argentinos Cande y Paulo y las doce canciones de su nuevo álbum.

Vienen de la tranquila y fronteriza San Juan, una urbe rodeada de paisajes desérticos y aromas vinícolas. Cande Buasso, voz y contrabajo,  y Paulo Carrizo, teclados, ya llevan tres años disfrutando de su creciente fama, desde que presentaron el video de su interpretación del tema original de Luis Alberto Spinetta, Barro tal vez, hecho en el precioso Teatro del Bicentenario de su ciudad, un clip que, hasta el momento, lleva doce millones de reproducciones. No tengo pruebas de ello, pero estoy seguro que más de un empresario musical, al verlos en esa sencilla pieza audiovisual, comprendió que el mundo también buscaba este tipo de emociones, esa feliz recuperación del jazz como posible fenómeno masivo, ese género que en los últimos tiempos se ha presentado como manifestación exclusiva para una población intelectual y aburrida que ya no cuenta en los charts comerciales.

Cande y Paulo (sí, así se llama el disco, sin mayor complicación) es un compilado de canciones sencillas grabadas sin necesidad de exagerarse en la producción, porque tienen desde su esencia lo primordial para sostener la atención del público , todo está ahí: Una voz sensual que arropa a cualquier desprevenido, las largas cuerdas de su instrumento controlando espléndidamente el ritmo, y un piano que encierra de manera precisa el perfume que rodea todo el conjunto. Claro, hay referentes obligados de antaño, pero lo que propone y hace esta pareja de artistas es conseguir con éxito representar el presente, marcar a su manera los tiempos que vivimos, ese siglo 21 que siempre lo hemos asimilado a los sonidos electrónicos, pero que todavía tiene la oportunidad de sentirse así de natural y fresco sin que su expresión se oiga anquilosada o presa de la vieja melancolía.

Este es un álbum bilingüe, donde, por ejemplo, podemos escuchar una curiosa muy activa versión de Summertime (la recordada composición de George Gershwin), quizás uno de los momentos más experimentales de la producción, ya que podemos observar variaciones en la velocidad y en la mezcla vocal. Como contraste, a continuación, está su arrullador tema Límite en tu amor, donde volvemos, si se quiere, a esa escena cinematográfica que cité al comienzo de la nota, ese del salón de tenue iluminación y olor a whiskey, en la cual los presentes suspiran por la cantante y disfrutan por tres minutos de su presencia frente a sus ojos. Otro momento mágico es el cover que montan de I fall in love too easily, de Chet Baker, acompañada con una guitarra acústica precisa, que le permite a Cande lograr un instante más juguetón, más pícaro, una excelente versión. Inolvidable también su tributo a Neil Young y su tema Sugar Mountain, una interpretación un poco más acelerada que la original, pero respetando la inicial textura folk. En fin, para no extendernos en el análisis de cada corte, podemos decir que este es un brillante conjunto de grabaciones que, desde el momento en que se conciben como proyecto, estaban destinadas a emocionar y sacudir al planeta a su modo. 

Cande y Paulo ya están preparando su presentación en el afamado Festival de Jazz de Montreux los días 14 y 15 de julio, donde seguramente lograrán todos los aplausos que se merecen y más. Hay que decirlo con todas las letras: Los invitamos a escuchar este magnífico disco, que llega a tiempo para limpiar el espíritu de más de un desgraciado de la época. 

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