Por José Gandour @zonagirante

Creo que, en mi caso personal, la satisfacción y la alegría parten de la curiosidad. Es decir, me emociona encontrarme con algo o alguien que no conozco y que trae consigo una sorpresa, una bofetada que me despierta y me confirma, una vez más, que el mundo es más amplio de lo que parece. Todavía, al contrario de lo que dicen por ahí algunos expertos en la materia, hay mucho por inventar en la música. Hay demasiado por descubrir, demasiado para agredecer cuando llega a nuestros oídos. Es vencer la mediocridad de decir que ya todo fue hecho y quedarse tan contento con semejante suposición tan decepcionante.

No conocía a la artista argentina Juana Aguirre, hasta que, hace unos días pude oír su EP Las luces que estaban ocultas (en vivo) , un compilado de cinco canciones grabadas durante sus presentaciones en Niceto Club y el Teatro Margarita Xirgu, en Buenos Aires, en 2022 y 2023. Desde la portada, hasta las etiquetas que revelan los nombres de las tonadas llaman de inmediato la atención. En las plataformas digitales sus registros son presentados como si fueran archivos digitales que dan forma al diseño de una construcción secreta, y simplemente es la suma de las fechas, los apelativos originales y el sitio donde se capturó el sonido. Igual, bellísimo. Pero vamos a la música.

 

Comencemos con lo técnico: No tengo los datos, pero debo felicitar a quien se hizo cargo de la grabación y la mezcla de este material. La verdad es que aquí se consiguió algo que realmente pocas veces se logra: sentir que todo ha sido captado solamente para quien lo escucha, como si hubiera un contrato íntimo y exclusivo entre la artista y uno. Solo cuando se escuchan los aplausos finales se cae en cuenta antes hubo muchos que disfrutaron frente a la tarima lo que nos acaba de patear ahora cariñosamente la cabeza. Ahora bien, ¿a qué suena Juana Aguirre? Me atreveré a llamarlo «folclor espacial». Es decir, aquí hay elementos tomados del folclor del Cono Sur, y a su vez esto suena a la banda sonora de un viaje intergaláctico. Sin que se pierda el valor de las melodías (al contrario, en este entorno crecen), y jugando exquisitamente con las reverberaciones, encajan la voz seria de Aguirre, el uso de instrumentos acústicos y la intromisión de herramientas digitales. Todo suena a misa, pero a una misa reparadora, una caricia al alma. ¿El mejor momento? Cuando Aguirre interpreta Configuraciones Onduladas, tema incluído en su primer álbum Claroscuro:

Vi crecer tu bosque,
posible lo imposible.
Voy a entrar, voy a entrar,
voy a entrar, voy a entrar.

Cuesta abajo,
tus lineas tendidas.
Configuraciones onduladas,
onduladas ganas.

Caliente, después tibio,
antiguo, antiguo.
Voy a entrar, voy a entrar,
voy a entrar, voy a entrar.

Suena a cliché acudir en este instante a Nietszche para repetir que «la vida deseada por el Creador no tendría sentido sin la música, porque sin música la vida sería un error», pero es justo reconocer la satisfacción alcanzada al escuchar la obra de esta música. No es necesario creer en ninguna deidad para aproximarse a esa sensación, por suerte todo es más terrenal y cercano. Por suerte tenemos gente como Juana Aguirre entre nosotros.

P.s. Investigando en su instagram, supe que Juana Aguirre estará en Bogotá el 30 de mayo, tocando en un sitio que no conozco llamado La Mecánica. Si alguien me quiere invitar, me pondré contento.

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