Por José Gandour @gandour

Buena parte del rock de estos tiempos (salvo magníficas excepciones) tiende a aburrir. Bastante. Ha perdido validez ese viejo cliché que juega a una maldad ingenua, protagonizada por rostros que pretenden asustar a la audiencia y caen, más bien, en la risa circense, y a veces en la lástima.Además, muchos representantes del rock insignia se han vuelto con los años personajes de muecas inertes, con actitudes inesperadamente soberbias y conservadores, felices de ser vistos con las más detestables figuras de mando. Ni ellos mismos se lo creen. Lo peor es que mucho de lo que expone el rock de hoy es tremendamente machista, y, de paso, poco excitante, apartado de su sexualidad original, esa sexualidad que exhibía con desparpajo, por encima de la censura y de las caducas reglas sociales. En fin, por ese camino, el Rock deja de ser divertido. La verdad es que esto, en gran parte, sólo lo rescatan las mujeres. Si, ellas, las féminas arrolladoras, las que ya no se disculpan cuando se toman los escenarios, las que se saben provocativas (en todos los sentidos de la palabra) y no lo hacen para que los adolescentes cuelguen sus afiches en las paredes para sus noches solitarias. Son mujeres que, en todas sus formas, razas o credos, son absolutamente bellas y estallan los deseos de todo el público. Y, de paso, hacen grandes canciones, las que quedan marcadas a fuego en la memoria. Por todo esto, nos alegra la salida de Singular,  el nuevo disco de la banda argentina Nena X, un álbum adecuado para despertar la olvidada libido en tiempos de tedio y desespero.

Hablemos inicialmente de sonido. Singular apenas dura algo menos de 27 minutos. Sólo 8 cortes, donde Curva, Ruido Blanco, La Obra Perfecta y, especialmente, Poop, marcan los picos de la producción. Nena X expone en menos de media hora un sonido que combina el espíritu actualizado del new wave, guitarras de fuerte distorsión y ánimo de baile constante. Aquí hay una producción compleja, con variantes instrumentales constantes, volúmenes inesperados, capas y capas resonantes trabajadas en todos los detalles. El resultado es recio, pero prolijo en sus formas. No necesita acudir a la exageración para expandir su contundencia. Ahora hablemos de la feliz lascivia: El  deleite crece cuando la voz de Sophie de Matteis aparece. Su interpretación es juguetona, llena de giros sensuales, pero, apenas pronuncia la primera palabra, se advierte que el desafío que le propone al espectador va en serio, es un reto constante a sostener la postura, a tomarla como es debido. Si, el oyente puede sentir lujuria en su canto, pero no es una presa fácil, más bien es un estallido que se impone en el ambiente, frente al cual cada uno de los presentes, para su goce personal, se debe resignar a escuchar, anhelando esa imposible seducción.

Quizás la imagen que se  viene a la mente al escuchar Nena X (y al ver su brillante trabajo gráfico, hecho en casa) es que lo suyo es la recuperación del glamour que se merece el Rock en estos días. En ese intento de rescatar la elegancia que el género se merece, se nos vienen nombres de referencia como Duran Duran interpretando Notorious, el David Bowie de los días de Modern Love, las primeras presentaciones en video de Blondie, y, ¿por qué no? Inxs dando vueltas por el mundo promocionando Kick. Es que Singular es un buen álbum, porque tiene esa sucia gentileza de antaño como elemento fundacional, mezclado, construido y recuperado treinta y cuarenta años después, allende el mar, a miles de kilómetros de distancia, por una pareja de fuertes personalidades creativas (Sophie y su marido Pedro), dispuestos a redimir ese deseo, esa fascinación, ese hechizo que la música siempre espera despertar en nosotros a la hora de desear ser más animales y estar más vivos.

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