Por José Gandour @gandour

Acudamos al diccionario para unificar criterios en esta nota:

«Una sinfonía es un tipo de composición musical extendida en la música clásica occidental y compuesta la mayoría de las veces para orquesta. Generalmente, está dividida en cuatro movimientos, cada uno con un momento y estructura diferente».

Avancemos, segundo concepto:

«La hiperlaxitud consiste en la facultad de tener una mayor flexibilidad en las articulaciones, músculos, cartílagos y tendones. Se habla de hiperlaxitud articular cuando las articulaciones son capaces de moverse más allá de lo considerado normal, debido a un aumento de la elasticidad de los tejidos que las rodean. Esta condición es habitual y transitoria en la mayoría de los menores de cinco años y va disminuyendo con la edad, pero un 2% de los casos continúa con esta hipermovilidad excesiva que se prolonga en el tiempo«.

En fin, ya sé, una forma extraña de arrancar una reseña de Sur, un disco de un conjunto de artistas chilenos, que, bajo el nombre de Hiperlaxo, han grabado en la intimidad de sus casas, guardando las distancias por las características de la época, una pieza musical presentada en tres cortes y cuatro movimientos, que, instrumentalmente, ha sido elaborada con trompetas, trombones, saxos, teclados, bajos, batería, secuencias y voces y que, si nos piden definir su sonido, después de escucharlo en repetidas ocasiones, nos atreveríamos a identificarlo con una mezcla insólita de composición  contemporánea de conservatorio, jazz de los años cincuentas del siglo pasado y hip hop de nueva data. ¿Acudimos a una imaginaria licuadora para adivinar los ingredientes? Bueno, Un poco de condimentos de la alacena de Philip Glass, muchas hierbas del cultivo de John Coltrane y proteína procedente de las granjas de Jay Z o Kanye West. Y si, una sinfonía, en su definición clásica. 

Olvídense por un momento de la idea tradicional de «canción». Volvamos a la idea de «movimiento», de partes que describen con su resonancia una sensación con la cual se permanecerá durante varios minutos, dejándonos envolver sin pensar en términos de coros, puentes y estrofas. Cada quién ha trabajado en su propia descripción de lo vivido en estos días de incertidumbre, desespero y soledad. Hiperlaxo, con cada uno de los miembros de su ensamble desde su espacio personal, ha logrado elaborar una compleja tesis de todo lo que les ocurre y sucede a su alrededor, pero que, a la vez, es fácil identificarse con ella. Expresan, primero con notas de vientos y luego con palabras, cómo hemos lidiado con la cuarentena, con la indefensión, con el abuso de poder, con el desasosiego, con todo lo que nos ha golpeado en este maldito período:

Somos como una plaga

matándonos por agrandar la talla

Luego pensamos,

no escuchamos

Y nada queda en nuestras putas manos.

Apenas 21 minutos dura toda la grabación, pero el resultado es arrasador. Su melancolía es adictiva, y hay algo en su confección que nos obliga a repetir la audición de sus partes, quizás pretendiendo resolver un misterio que aparentemente nunca fue planteado, pero que está ahí, porque cada uno de nosotros, más en tiempos desesperados, creemos que en cada sorpresa hay un enigma, un ejercicio para descifrar. Este disco es un ejercicio intelectual valioso, que debería, en medio de tantas nimiedades que nos han vendido para disimular la desgracia, prevalecer, al menos por un rato, en nuestras memorias, para, quizás, pensar que en medio de esta crisis hay algún provecho que no podemos dejar de lado y disfrutar. Quizás todo se trata de aprovechar «la elasticidad de nuestros tejidos» para hacernos más grandes y más flexibles no sólo para nuestro presente, sino para los días que están por venir.

 

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