Por José Gandour @zonagirante
Según Wikipedia, muchos animales que parecen estar deprimidos o en duelo comienzan a mostrar un comportamiento autodestructivo que a veces termina en la propia muerte. En 2009, 28 vacas y toros misteriosamente se lanzaron por un acantilado en el lapso de tres días. Un ciervo saltó de un acantilado provocándose la muerte con el fin de evitar ser capturado por perros de caza. En 2005, en Turquía, 1.500 ovejas se precipitaron al vacío; unas 400 murieron. El comportamiento suicida se ha observado más en las hembras que en los machos y en los vertebrados más que en los invertebrados. Las hormigas carpinteras y algunas especies de termitas se rompen las glándulas en un proceso llamado autotisis. Las termitas utilizan la autotisis para defender su colonia a través de la ruptura de una glándula que produce una secreción pegajosa con un efecto defensivo. Cuando se ve amenazado por una mariquita, el pulgón del guisante explota matando a la mariquita. El suicidio también ha sido observado en las ballenas.
En fin, estos son sólo son datos, que, a la hora de la verdad, son provocados ante la curiosidad que nos produce ver que hay una banda chilena que se llama Los Animales tambien se suicidan (nombre que evitamos citar en el título de esta reseña, por posibles y estúpidas censuras en las redes sociales). Y hablamos de ellos, no por razones diferentes a las musicales, ya que han lanzado hace pocos días un disco precioso llamado Hastío.
Comencemos con una afirmación que otros comentaristas guardarían para más tarde, después de describir el sonido de la banda en cuestión, contar algo de su biografía o algo parecido, pero me voy a meter de una vez en el fango: El tercer corte de este disco, Si es de morir, puede ser una de las canciones más satisfactorias que he escuchado en los últimos años. Es una tonada sencilla, quizás con una construcción instrumental que les podrá parecer que ha escuchado en muchas composiciones anteriores. Aquí no hay trucos ocultos, ni están inventando de nuevo el rock and roll luego de una catástrofe nuclear, pero la tonada es espléndida en su expresión, en su tristeza, en su rabia de guitarrazos distorsionados, en el desgarro de la voz. Y el discurso lo hemos escuchado en otras partes, pero poder oír en en el coro decir «si es de morir que sea de amor, si es de morir que sea de pena, pero nunca, nunca de hastío», encoge el corazón, sacude el estómago, y se convierte en un lema de vida, tan obvio pero tan emocionante, que se agradece y se repite en el estéreo.
Ahora si, el resto del disco. Lo que hace esta banda es lo que llaman en las revistas serias y presumidas «indie pop» o «dream pop», «shoegaze», «rock indie», que sé yo. Ya saben cómo me quejo y me autoflagelo con las etiquetas, que sirven para explicar, pero al mismo tiempo para enredar. En fin: Aquí van diez grabaciones de producción impecable, que no intentan romper los moldes del nuevo rock and roll, y más bien se concentran en conmover al oyente, a punta de de composiciones redondas, melodías inteligentes y asimilables, un trabajo vocal exquisito y unas guitarras que construyen capas y capas ruidosas de texturas elegantes, que no le roban la atención al discurso, al predicado.
Aquí se cuentan historias cotidianas con giros dramáticos. Durmiendo en la micro, al contrario de lo que uno puede sospechar por el título, es un huracán en medio de la carretera. La siguiente canción, llamada curiosamente Acúfenos (percepción de un sonido sin que haya una fuente externa que lo produzca), hace valer las cuerdas caústicas que rebotan todo el tiempo en la grabación, y, sin embargo, la voz sigue tranquila, hasta que, al final, necesita gritar, para dar fe del intenso momento que nos quieren transmitir. Hay momentos de recuerdos new wave, como podemos observar en Raro, donde sobresalen los teclados, y el bajo suena como si lo hiciera sonar el viejo Peter Hook, de New Order. El instante más «ingenuo» podría ser Nada ni nadie, hasta ahora el tema más escuchado en Spotify, quizás el momento más cercano de los 80´s de todo el disco. Hastío es un disco sólido en su sonido, que puede navegar entre distintas décadas, pero es un álbum hecho en lugares y tiempos contemporáneos y puede ser comprendido y disfrutado por cualquier amante de la nueva música en cualquier lugar del orbe.
Hastío es una producción que contiene una tristeza sana y necesaria, que cura heridas. Es una buena terapia que dura un poco más de media hora y que, al contrario de lo que podría sospechar, trae consigo satisfacción y una sonrisa merecida. Es un buen disco que usted y, si quiere, sus mascotas, podrán disfrutar.